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ENARD para todos. ¿Es posible?

agosto 23, 2012

por Matías Spelta, Director del Centro Adam Smith perteneciente a la Fundación Libertad.

E-mail: mspelta@libertad.org.ar ; Twitter: @matiasspelta.

Hace unas semanas culminó el evento más importante al que puede aspirar un deportista, hablo, por supuesto, de los Juegos Olímpicos llevados a cabo en Londres. Argentina logró en total 4 medallas: una dorada (Taekwondo), otra plateada (Hockey) y dos de bronce (Tenis y Yachting). Los resultados obtenidos sirvieron para promocionar al Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD), creado por el gobierno nacional en diciembre del año 2009 para “gestionar y coordinar apoyos económicos específicos para la implementación y desarrollo de las políticas de alto rendimiento”. El ENARD se financia a partir de un impuesto creado para este fin que equivale al 1% del precio del abono que las empresas de telefonía celular facturan a sus clientes. Hasta el momento, dicho Ente ha administrado fondos por unos $200 millones de pesos.

Cristina Kirchner y deportistas olímpicos

Luego de los juegos, muchos de los deportistas que ganaron medallas o diplomas olímpicos fueron recibidos por la Presidente Cristina Kirchner, como muestra de agradecimiento por el apoyo brindado. Se destacó Sebastián Crismanich, el taekwondista ganador de la única medalla de oro conseguida por nuestro país, quien afirmó “Ojalá hubiera 10 ENARD. A nosotros nos salvó la vida”.

Mientras tanto, el jueves pasado se publicaba una nota sobre Agustín Pernas, un chico de 12 años campeón argentino de ajedrez en su categoría, con dificultades para financiar el viaje que le permitiría disputar el mundial de su disciplina en Eslovenia. Su mamá Olga intentó recibir apoyo en varios niveles del Estado pero no lo consiguió. No obstante, de manera solidaria la Federación de Ajedrez de Argentina del Oeste (FAOGBA) ha organizado un torneo cuya recaudación será destinada a costear los pasajes necesarios.

Cabe preguntarnos por qué algunos deportistas pueden conseguir subsidios por parte del Estado y otros no. ¿No podrían recibirlos todos? ¿Por qué limitarnos a esta profesión y no incluir también a científicos, artistas, médicos, etc.? ¿Por qué no crear un Ministerio de los Sueños Personales donde cada persona completaría un formulario con sus anhelos más importantes para que el burócrata de turno evalúe, apruebe y subsidie? Frédéric Bastiat, un economista francés del siglo XIX, dijo sabiamente alguna vez “El Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo se esfuerza en vivir a expensas de los demás.

Lamentablemente, si cada actividad intentara ser subsidiada por el Estado para verse realizada, en el mejor de los casos y bajo supuestos muy fuertes (que no existe corrupción y que cada uno aporta en impuestos lo mismo que recibe en subsidios), entonces todos terminaríamos en el mismo punto de partida. El Estado no puede crear recursos de la nada, los apropia de la riqueza que generan los individuos en el ámbito privado. Bastiat, además, nos enseñó una segunda lección: prestarle atención a lo que “no se ve” del impacto de las políticas estatales. Aunque sea notorio el efecto de un subsidio a un sector, no estamos observando el impacto negativo en las demás actividades que lo financian. Por lo tanto, si todos pretenden ser subsidiados, en un mundial ideal, ninguno lo será en términos netos. Si agregamos supuestos más reales a nuestro análisis, como la existencia de altos niveles de corrupción y enriquecimiento ilícito en el ámbito estatal, entonces nuestra conclusión será que al pretender mejorar la situación de todos, el gobierno termina logrando exactamente el resultado opuesto. En el caso del ajedrecista, podríamos intuir que si no se subsidiaran ciertas actividades como las que promueve el ENARD, entonces los impuestos serían más bajos y quizás los padres de Agustín podrían pagar el viaje de su hijo con sus propios recursos.

Ahora bien, si entendemos que no se pueden subsidiar a todos los sectores, todavía queda la posibilidad de que sea beneficioso subsidiar a algunos, como el caso de los deportes. La mayoría de las disciplinas olímpicas en nuestro país no revisten un carácter profesional, sino que son amateurs. Desarrollarse por sí mismas hasta alcanzar el rendimiento de la elite mundial es muy complicado, por lo que es muy probable que en el largo plazo el financiamiento del ENARD mejore los rendimientos de los deportistas argentinos. ¿Esto puede justificar su existencia? ¿Sólo importa ganar, sin tener en cuenta el costo? ¿Bajo qué criterio elegimos a las personas que se beneficiarán de los subsidios estatales y aquellos que tendrán que pagarlos? ¿Nuestro país se puede dar el lujo de subsidiar a deportistas de elite cuando los niveles de pobreza son cada vez más elevados? ¿Cuáles son las verdaderas prioridades? Nos guste o no, los recursos son escasos y las elecciones implican inevitablemente una escala valorativa.

La economía nos enseña que no puede existir un ENARD para todos, los principios éticos nos dicen que no es justo que solo exista para algunos. ENARD para ninguno, significa LIBERTAD para todos. Esa es otra alternativa que quizás podríamos considerar.

El presente de Milton Friedman a cien años de su nacimiento. Lecciones para la Argentina de hoy.

agosto 2, 2012

Por Matías Spelta, Director del Centro Adam Smith perteneciente a la Fundación Libertad.

Email: mspelta@libertad.org.ar ; Twitter: @matiasspelta.

Milton Friedman

Su vida y obra

Milton Friedman nació un día como hoy del año 1912 en Brooklyn, New York (Estados Unidos). Falleció el 16 de noviembre del 2006.

De joven ya mostró sus capacidades, terminando la escuela secundaria antes de cumplir los 16 años. Se graduó en la Rutgers University especilizándose en matemáticas. Luego, comenzó su larga travesía por la Universidad de Chicago al hacer una Maestría en Economía en dicha institución. Recibió allí las influencias de Jacob Viner, Frank Knight y Henry Simons. Unos años más tarde, se doctoró en la Universidad de Columbia.

Comenzó a dictar clases en Chicago en el año 1946. Permaneció treinta años y ayudó a crear una comunidad intelectual que produjo varios premios nobeles (George Stigler, Gary Becker, entre otros).
En 1976 le fue otorgado el Premio Nobel de economía por sus contribuciones en los campos del análisis del consumo, teoría e historia monetaria y por su demostración de la complejidad de las políticas de estabilización. La revista The Economist lo describió como el economista más influyente de la segunda mitad del S. XX.

Ha sido, junto a F. A Hayek, el gran rival de John Maynard Keynes, como él mismo dijo “usando el lenguaje y aparato keynesiano pero rechazando sus conclusiones iniciales”. Su discusión más importante fue en torno a las causas de la crisis del ‘30, lo que provocó que se tuvieran que reescribir los libros de texto. Friedman afirmó que “Lejos de que la depresión haya sido un fracaso del sistema de libre empresa, en realidad fue un trágico fracaso del gobierno”. Junto con Anna Schwartz, en Una Historia Monetaria de los Estados Unidos, demostró cómo el accionar de la Reserva Federal al contraer la oferta monetaria convirtió una crisis típica en una catástrofe. Estas ideas influyeron en la respuesta que adoptó la autoridad monetaria para contrarrestar la recesión que comenzó en el año 2008.

Friedman no fue simplemente un economista académico, además defendió fervientemente las ideas de la libertad, los mercados libres, el gobierno limitado y el Estado de Derecho. Apoyó, entre cosas que veremos más adelante, la legalización de las drogas y el militarismo voluntario. De hecho, consideró su influencia en la derogación del servicio militar obligatorio en los EEUU como el logro por el cual estaba más orgulloso.

Lecciones para la Argentina de hoy

Nuestro país sufre, desde hace alrededor de una década, un proceso inflacionario que dificulta la toma de decisiones empresariales y ocasiona una pérdida en el poder adquisitivo de los más pobres fundamentalmente, al tener casi la totalidad de su riqueza en efectivo. El economista de Chicago nos dejó dos enseñanzas importantes para comprender este fenómeno. En primer lugar, que la inflación es, en todo momento y lugar, un fenómeno monetario. Ni la puja distributiva entre los trabajadores y capitalistas, ni la codicia de los empresarios, ni las restricciones en la oferta de bienes, ni el poder monopólico de ciertas empresas – todas teorías que suele ensayar el gobierno – pueden generar de manera sostenida en el tiempo, un aumento en el nivel de precios a menos que el Banco Central convalide tales incrementos por medio de la emisión de moneda. La segunda gran lección de Friedman es que la inflación actúa como un impuesto que los gobiernos utilizan para financiarse de manera rápida sin tener que aprobar una ley en el Congreso. Por esta razón, Hans Senholz, un economista austríaco, decía al respecto “Confiar nuestro dinero al gobierno es como confiar nuestro canario a un gato hambriento”.

El gobierno nacional se enorgullece de que el gasto estatal en educación en términos del PBI sea récord histórico. No obstante, es común leer noticias acerca de cómo Argentina cae en los rankings internaciones en esta materia. En pocas palabras, aumenta el gasto público y cae la calidad educativa. Friedman nos diría que esta merma en la eficiencia se debe a un problema de incentivos derivado de la forma en que se estructuran los planes de estudios y se financia la educación. En lugar de determinar centralmente los programas educativos, el economista permitiría la plena libertad en cuanto a los contenidos de los mismos, promoviendo una mayor diversidad en la oferta, con la consiguiente mejor adecuación a las necesidades de los individuos. Al mismo tiempo, reemplazaría los subsidios otorgados a la oferta para dirigirlos hacia la demanda. De esta manera, aumentaría la competencia entre las instituciones educativas al tener que disputarse los “vouchers” otorgados por el gobierno a los individuos para que estos elijan libremente dónde estudiar. Sus ideas en esta materia lo llevaron a fundar la Friedman Foundation for Educational Choice.

Probablemente la frase más famosa de Milton Friedman sea “No existen los almuerzos gratis” (“There is no such thing as a free lunch” en inglés). Con esto quería decir que todas las decisiones tienen un costo, incluidas las del gobierno, por supuesto. No hay manera que un Estado pueda proveer un servicio de manera gratuita, es decir, sin que alguien lo pague. Sin embargo, en nuestro país abundan los “para todos”: fútbol para todos, milanesas para todos, cultura para todos, solo por mencionar algunos. Aunque como consumidores del bien no estemos pagando por el mismo, eso no significa que no lo estemos haciendo como contribuyentes o que alguien más no lo esté haciendo por nosotros. Friedman nos enseñó a preguntarnos cada vez que el gobierno proponga una medida, ¿Y esto quién lo pagará?

Reflexiones finales

Milton Friedman fue uno de esos pocos pensadores, nuevamente como F. A. Hayek, con la particularidad de ser criticado tanto por socialistas como por libertarios. Los primeros lo consideran un defensor extremista del libre mercado, mientras que los segundos, ni siquiera lo ponen en la lista de economistas liberales. Si tenemos en cuenta las sabias palabras de Nelson Mandela de que nadie es completamente bueno ni completamente malo, es probable que lleguemos a la conclusión de que ambos sectores ideológicos están equivocados.

A los socialistas se les puede contestar que Friedman estaba de acuerdo con varias políticas intervencionistas que ellos mismos apoyarían. Podemos mencionar, por ejemplo, la provisión gubernamental (no monopólica) de ciertos bienes públicos que el mercado puede que no ofrezca con facilidad, tal como la construcción de rutas. No obstante, su propuesta de un impuesto negativo a los ingresos con el fin de garantizar un nivel mínimo para toda la población, es sin dudas, una faceta difícil de imaginar en un “extremista del libre mercado” como creen de Friedman.

Entender a este economista como un pensador pragmático y estratégico, en lugar de un hombre idealista, creo que es la mejor respuesta que se les puede dar a las críticas libertarias. Buena parte de las disidencias no surgen por el fondo de la cuestión, sino por su forma o por el mero hecho de aceptar la realidad tal cual existe. Friedman estaba a favor de que la moneda fuera provista exclusivamente por el mercado, como en un sistema de patrón oro, pero consideraba que era imposible que los gobiernos decidieran dejar de tener un rol activo en este ámbito y, así, perder los ingresos derivados de la emisión de dinero. Por esta razón, y aceptando la inevitabilidad de la existencia de los bancos centrales, abogó por la instauración de reglas monetarias que limiten su accionar y discrecionalidad. En un sentido similar, se pueden interpretar los consejos económicos que le brindó a regímenes militares como el de Pinochet en Chile. Friedman no apoyaba tal situación, sin embargo, actuó en esos términos, dado que consideraba que la libertad económica en el largo plazo llevaría a la consecución de las libertades políticas dignas de una democracia, lo que finalmente terminó sucediendo en el país vecino.

George Shultz, ex Secretario del Tesoro de los EEUU, dijo hace unos años “a todo el mundo le encanta discutir con Milton, particularmente cuando él no está ahí”. No creo que un economista de la talla de Milton Friedman necesite que yo lo defienda. Leer su obra, haciendo el esfuerzo de entender el contexto y las preguntas que intentaba responder, debería ser más que suficiente.

La Ley Anti-Tabaco en Argentina y la Construcción de una Sociedad Libre

junio 16, 2011

Por Matías Spelta, Coordinador del Centro Adam Smith – Fundación Libertad. E-mail: mspelta@libertad.org.ar; Twitter: @matiasspelta. Aquí puede leer el artículo en su versión en PDF.

El pasado lunes 13 de junio la Presidente Cristina Fernández de Kirchner promulgó la ley nacional que regula la publicidad, promoción y consumo de los productos elaborados con tabaco (Ley Nacional Nº 26.687). Esta ley convierte a la Argentina en el octavo país latinoamericano 100% libre de humo del tabaco (los otros son: Uruguay, Colombia, Panamá, Honduras, Guatemala, Perú y Venezuela).

El presente artículo tiene por objeto describir los puntos más importantes de la ley, analizar los fundamentos y declaraciones de algunos de sus promotores y los impactos que la misma tiene en la construcción de una sociedad libre compuesta por individuos responsables de sus propias acciones.

¿Qué dice la ley?

El primer artículo ya deja explícita la intención paternalista que existe detrás de esta nueva legislación. Su fin es la “prevención y asistencia de la población ante los daños que produce el tabaquismo”. Está implícito en dicha afirmación que los individuos, al menos en este asunto, no pueden cuidarse a sí mismos y el Estado puede hacerlo mejor que ellos y, por lo tanto, debe velar por su salud.

El artículo dos enuncia los objetivos de la ley:

a- Reducir el consumo de productos elaborados con tabaco;
b- Reducir al mínimo la exposición de las personas a los efectos nocivos del humo de productos elaborados con tabaco;
c- Reducir el daño sanitario, social y ambiental originado por el tabaquismo;
d- Prevenir la iniciación en el tabaquismo, especialmente en la población de niños y adolescentes;
e- Concientizar a las generaciones presentes y futuras de las consecuencias producidas por el consumo de productos elaborados con tabaco y por la exposición al humo de productos elaborados con tabaco.

Es importante destacar la nobleza y buena voluntad que existen en estos puntos. El problema, a mi juicio, es que estas decisiones son parte de la esfera privada de las personas; son ellas mismas las que tienen incluso el derecho a equivocarse y si alguien debe preocuparse por ellas, este no debe ser el Estado. El Estado no existe para decirnos cómo es que tenemos que vivir, sino simplemente para proteger nuestros derechos individuales.

Los puntos a y b son decisiones de cada una de las personas; tanto decidir fumar un cigarrillo como estar presente en un lugar donde se está fumando no es materia del Estado. Por su parte, el inciso c es una consecuencia de otras políticas gubernamentales, como el sistema de salud público, que socializan los costos de la decisión personal de fumar o habitar ambientes no libres de humo. Esto incentiva la irresponsabilidad de las personas ya que no pagan en su totalidad los costos de sus acciones (pero sí reciben los beneficios de las mismas) y genera gastos crecientes al sistema. La lógica del Estado Interventor es aumentar las restricciones a la libertad, en lugar de terminar con las regulaciones que generan incentivos perversos en la toma de decisiones individuales.

Los otros dos puntos tienen características diferentes pero eso tampoco justifica el accionar del Estado, incluso aunque consideremos importante que alguien lo haga. Insisto en que, en general, la discusión no pasa por qué hay que hacer, sino quién debe hacerlo. Evitar el inicio del consumo de tabaco en los jóvenes es una responsabilidad indelegable de sus padres. Son ellos los que decidieron traerlos a este mundo y tienen la responsabilidad y el derecho de cuidarlos hasta que se conviertan en adultos responsables. En cuanto a las tareas de concientización acerca de las consecuencias del consumo de tabaco y exposición del humo del mismo, son de igual modo los padres como así también la sociedad civil (con sus propios recursos) los que deberían encargarse de esta tarea.

Es importante reconocer que el Estado compite con las acciones que podrían surgir desde la familia o de la sociedad civil. Por un lado, con la legislación determina modos de conducta “apropiados”1, lo que debería ser un rol natural de la familia y el resultado espontáneo de las interacciones sociales. Por el otro, mediante los impuestos quita recursos al sector privado dificultando la financiación de iniciativas que podrían venir de la sociedad civil.

A continuación analizaremos los artículos más importantes de la ley:

1- Se prohíbe fumar en lugares de trabajo cerrados, ambientes cerrados de acceso público tanto del ámbito estatal como privado, centros de enseñanza, museos, bibliotecas, espacios deportivos y otros (ver artículo 23).

Aquí hay que distinguir entre la propiedad estatal y la propiedad privada. En el primer caso el Estado sí puede decidir si en dichos establecimientos se puede fumar o no. En el segundo, el Estado debería respetar la propiedad privada y las decisiones de sus dueños respecto de si permiten o no fumar. El mercado se encargará de brindar alternativas tanto para los no fumadores como para los fumadores.

Ninguna persona está obligada a ingresar a un establecimiento donde se está fumando ni tiene el derecho de exigir que se deje de fumar en él para que de esta manera pueda hacerlo. Si su deseo es lo suficientemente fuerte lo hará incluso aunque tenga que respirar el humo del tabaco y es su decisión personal disfrutar los beneficios y padecer las consecuencias negativas de su acción. Por otra parte, los no fumadores empleados en ambientes de trabajo donde está permitido fumar tienen el derecho a renunciar y buscar otro empleo si el humo del tabaco es un factor determinante en su elección laboral. Usted me dirá que no es fácil conseguir trabajo y por lo tanto muchas personas tienen que “soportar” dicha situación. Es cierto, pero también lo es el hecho de que esa es una consecuencia de las regulaciones gubernamentales que dificultan la contratación de las personas y la iniciativa empresarial. Nuevamente vemos un caso en el que una intervención estatal restringe libertades personales y esta genera consecuencias que vuelven supuestamente “razonable” otra intervención para compensar el efecto de la primera.

2- Se prohíbe la publicidad, promoción y patrocinio de los productos elaborados con tabaco, en forma directa o indirecta, a través de cualquier medio de difusión o comunicación (ver artículo 5).

3- Los empaquetados y envases de productos elaborados con tabaco llevarán insertos una imagen y un mensaje sanitario que describa los efectos nocivos del consumo, tales como “fumar causa cáncer”, “fumar causa impotencia sexual” o “fumar puede causar amputación de piernas” (ver artículo 10).

Estos incisos tienen como objetivo reducir el consumo de tabaco dificultando la difusión de los productos y causando un impacto visual y psicológico al fumador. Lo primero supone que las personas están indefensas ante la publicidad masiva y no les queda otra alternativa más que el consumo del mismo. En cuanto al otro punto, no discutiré la veracidad e importancia de los efectos nocivos del consumo, simplemente objetaré que sea el Estado, con los recursos de todos y poniéndose en una actitud paternalista, quien deba advertirnos sobre los mismos. Cuando existe libre competencia, el mercado por sí solo se encarga de brindar información sobre los productos. Ni siquiera pensemos en los productores de tabaco, ya lo hacen las empresas que fabrican productos para ayudar a las personas a dejar de fumar. A eso hay que sumar las iniciativas de las ONG que promueven el no consumo de tabaco.

4- En los paquetes y envases de productos elaborados con tabaco no podrán utilizarse expresiones como “light” o términos similares que tengan el efecto directo o indirecto de crear la falsa equívoca o engañosa impresión de que un determinado producto es menos nocivo que otro (ver artículo 13).

Este inciso es bastante llamativo ya que posteriormente se determina cuál debe ser la composición de los productos elaborados con tabaco, lo que estaría afirmando implícitamente que algunas combinaciones de las sustancias con las que se fabrican los cigarrillos son más nocivas que otras. Por lo tanto, ¿por qué se le prohíbe al mercado el uso de la creatividad empresarial y la promoción de la investigación científica para producir cigarrillos con menores daños hacia la salud de las personas?

Estos cuatro puntos son, a mi juicio, los más importantes para entender la relación que tiene esta ley con la construcción de una sociedad libre.

El análisis de algunas declaraciones

Monica Fein, candidata a Intendente de la ciudad de Rosario por el Frente Progresista, afirmó que “El Estado tiene que cuidar la vida más allá del concepto de mercado” (ver diario Página 12 “La última pitada”). Sin embargo, el mercado no es más ni menos que todos los individuos que componen la sociedad y sus resultados son las consecuencias no intencionadas que se desprenden de las acciones de cada uno de ellos. Cuidar la vida más allá del mercado, significa hacerlo en contra de nuestras intenciones, deseos y responsabilidades. Por supuesto que esto no implica desentender al Estado de su rol de garante de la seguridad de las personas. Ese es otro tema que excede los alcances de este artículo.

Por otra parte, es muy interesante la opinión de Manuel González, Encargado de la Confitería Richmond, que plantea “Está perfecto que no dejen fumar en espacios cerrados. Si la mayoría de la población no fuma, me parece que tiene el derecho de elegir sobre el resto” (ver diario La Nación “Aprobaron una dura ley en contra del cigarrillo”). Llama la atención que viniendo del ámbito empresarial no se percate que si fuera cierto lo que dice, no se necesitaría una ley que prohibiera fumar en los espacios cerrados para que esto se cumpla. Aunque no tengan ningún derecho los no fumadores y estuviese permitido dejar fumar en su establecimiento, si la mayoría de las personas que concurren a su local no lo hacen, le resultará más rentable prohibir el consumo de tabaco.

Para finalizar con este apartado, quiero destacar y reflexionar sobre la reciente declaración de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner. La mandataria sostuvo que “esta es una norma de respeto a los demás” (ver diario Página 12 “Las confesiones de una ex fumadora”). Ya hemos hecho énfasis en qué derechos tienen las personas y cuáles no en este asunto. Ahora quiero resaltar otro aspecto de la palabra respeto en dicha afirmación. Si hay algo que caracteriza a una ley paternalista como lo es esta, es justamente el escaso sentimiento de respeto que el legislador siente hacia las personas que conforman la sociedad. Lo que siente, en realidad, es compasión o incluso lástima, en el peor de los casos. Siente que sus representados están indefensos y no pueden manejar la situación como deberían, por lo que procura tomar decisiones por ellos para protegerlos de sí mismos. Sentir respeto implicaría considerar que las personas son responsables y que no necesitan de una ley que les diga lo que tienen o no tienen que hacer.

Reflexiones finales

Leyes como esta, presentada por el Senador Daniel Filmus del Frente para la Victoria y candidato a Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires2, son el fundamento de regímenes autoritarios. Suponen una diferencia de capacidades entre los gobernados y los gobernantes. Los primeros son los irresponsables, los que ponen en peligro sus propias vidas con sus decisiones personales, los que desconocen las consecuencias de sus acciones. Mientras que los que están en el poder al parecer han sido bendecidos con un conocimiento superior, una inteligencia y una bondad atípica entre los seres humanos. De esta manera, el legislador está convencido y tiene la intención de hacerle un bien a la sociedad, cuando en realidad está logrando el objetivo opuesto.

Este artículo es una defensa a la libertad individual pero fundamentalmente a la responsabilidad individual. Es asimismo, una defensa a la persona que desea fumar, pero, en especial, a aquella que no quiere hacerlo y sabe que no necesita de una ley para cumplir su propósito. Estoy convencido de que construir una sociedad libre no se va a lograr exigiendo que nos respeten nuestras libertades, sino demostrando que somos responsables y capaces de cuidarnos a nosotros mismos en primer lugar.

Notas:

1 Las leyes generan incentivos que penalizan o premian conductas. Apropiado en este caso es sinónimo de racional y no necesariamente de una conducta moralmente buena.
2 Cabe destacar, sin embargo, que la misma fue aprobada casi de forma unánime tanto en la cámara de diputados (182 votos a favor, uno en contra y una abstención) como en la de senadores (51 contra uno).

Artículo publicado en la Revista Digital Orden Espontáneo de Julio del 2011.

¿Gasto público = Gasto privado?

abril 21, 2009

 

 

¿Es equivalente todo el gasto realizado?

 

Por Mario Rizzo*

Y el gasto público es tan bueno como cualquier otro”. Brad DeLong parece pensar eso. Pero la idea es sólo convincente porque esta ha sido repetida muchas veces y porque es una “verdad” políticamente conveniente.  

Pienso que todos estarían de acuerdo en que tenemos una compleja economía. Existe una vasta e intrincada división del trabajo, especialización de la industria, e interdependencias de alto orden. Pero hay más. La división del trabajo es complementada por una división social del conocimiento y su correspondiente “división del capital”. El capital no es una masa homogénea ni la inversión es simplemente una adición homogénea a esa masa. Los bienes de capital específicos están dispuestos en agrupamientos complementarios. Estos experimentan cambios constantemente en respuesta a condiciones locales. Sin embargo, bajo extraordinarias circunstancias, cuando la dirección de la producción ha sido distorsionada durante muchos años por políticas de tipos de interés excesivamente bajos, existen muchos agrupamientos de capital inapropiados dentro y entre las industrias.

Entonces cuando DeLong, entre otros, dice que el gasto público es tan bueno como el privado para restablecer el empleo, está hablando en contra de toda la idea central del principio de la asignación eficiente de recursos. La esencia[1] de nuestro problema recesionario no es la caída en la demanda agregada y la falta de confianza en los negocios que acompaña a esta. Primero, es la mala asignación de recursos producida por riesgos tomados excesivamente y por una excesiva expansión de los sectores sensibles a la tasa de interés (estos fueron generados por tipos de interés excesivamente bajos durante los últimos años). Segundo, es la incertidumbre que es natural al descubrimiento de combinaciones de recursos más apropiadas. Tercero, es la incertidumbre endógena creada por los esporádicos estímulos, salvatajes y políticas monetarias poco claras.

Cuando el gobierno aumenta la inversión como resultado de estímulos fiscales o expansión monetaria dirigida (como comprar títulos respaldados por hipotecas, préstamos a estudiantes, etc.) no actúa como un súper-empresario que está tratando de determinar la dirección eficiente y sustentable de los recursos, incluyendo la asignación de bienes de capital. Gasta según criterios de creación de trabajo económicamente irrelevantes, apuntalando sectores sobre expandidos, y evitando ajustes políticamente dolorosos.

Dicho gasto es contraproducente en el mediano y largo plazo. Es además insostenible (una vez que el estímulo termine) ya que este no es consistente con las preferencias de los consumidores-ahorristas-inversores.

Estas consideraciones nos dicen que el gasto público no es de la misma forma tan bueno como el privado. Argumentar de otra manera, sugiero, es una marca de un error económico básico.

 

* Fuente: http://thinkmarkets.wordpress.com/2009/04/18/is-all-spending-created-equal/

 

Este artículo es publicado con la debida autorización del autor.

 

Traducción: Matías Spelta

 

Recomiendo la lectura de los comentarios escritos en el post original. Mario Rizzo y Brad DeLong han continuado el debate.


[1] Cursivas en el original

Una Protesta de un Microeconomista

abril 15, 2009

 

 

Por Mario Rizzo[i] [ii] – Abril del 2009

                    

La visión keynesiana del mundo parece haber llevado a una creciente estridencia y dogmatismo sobre los estímulos económicos, lo cual ha dominado los titulares por varios meses. Solía existir un chiste sobre que uno puede enseñarle economía a un loro –  todo lo que él necesita decir es “oferta y demanda”. Ahora es incluso más fácil enseñarle a un loro las prescripciones de políticas para prevenir una seria recesión: todo lo que necesita decir es “estímulo”.

Las cosas se han puesto tan mal que el mínimo disenso no puede ser tolerado. La canciller alemana Angela Merkel fue severamente criticada por no estar de acuerdo, por lo menos en el requisito de grado, con el consenso sobre el estímulo. Ella sobresalía como “Frau Nein” (señora No) hasta que adhirió al resto aceptando un paquete “moderado”.

No soy un macroeconomista. Ni siquiera soy un economista financiero. Una buena parte de mi respuesta al problema económico y financiero actual puede parecer que vaya a contracorriente con lo que la mayoría de los comentaristas están diciendo. Sin embargo, creo que es importante.

Irracionalidad Colectiva

 

El marco de pensamiento macroeconómico es bastante peculiar. En el nombre de la emergencia, esta manera de pensar deja de lado la mayoría de los asuntos relativos a la eficiente asignación de los recursos y pone casi toda la atención en mantener niveles de gasto y empleo. El supuesto implícito es que el problema central es una irracionalidad colectiva que inhibe a las personas de gastar en consumo o inversión. La raíz del problema central, concebida desde esta forma de pensar, es el colapso financiero inicial. Esto implicó un efecto domino en el cual el colapso del mercado inmobiliario y de los títulos respaldados por hipotecas, empacados de muchas complejas maneras, minaron la liquidez e incluso la solvencia de muchas instituciones financieras. Fue comprometida la habilidad del sistema de proveer crédito y por lo tanto gasto, a pesar de que, al momento de escribir esto, la reducción del crédito bancario disponible ha sido relativamente pequeña.

Por lo tanto nos dicen que la solución reside en volver al status quo anterior. Restablecer la condición de las instituciones financieras – quizás mediante la compra de activos tóxicos o quizás inyectando capital a las instituciones. Restablecer las condiciones del mercado inmobiliario haciendo que la Reserva Federal y/o el Tesoro compre/n los títulos hipotecarios de Fannie y Freddie, y así enviar capital a dicho mercado y lograr bajar los tipos de interés de las hipotecas. Restablecer la condición de industrias con gran número de empleados y otras dependientes de ellas indirectamente (hasta ahora, la industria automotriz califica). En general, restablecer el patrón de gasto que prevalecía antes de la crisis.

Reconozco que ningún economista cree que es posible una completa restauración a la previa situación, pero la filosofía básica es clara. Una vez que los agentes crean que ocurrirá algo como esto, será restablecida la confianza.

 

La cuestión crítica es esta: ¿La situación actual – provocada por niveles insostenibles de crédito hipotecario y producción en la industria de la vivienda como así también en otras áreas sensibles a los tipos de interés- se ha distanciado tanto de su causa inicial que no tenemos que preocuparnos más por esta previa mala asignación de capital? En otras palabras, es ahora la corrección de la causa irrelevante para la cura?

Estímulo ex Machina

Para descubrir la respuesta a esta pregunta, retrocedamos un poco. Debemos entender los roles respectivos de causas y los efectos de reacción. Este es el argumento “keynesiano”. Supongamos que una caída o un colapso en los mercados X, Y, y Z causa F (una debacle financiera). Algo de esto es producido por el desapalancamiento, y otro poco es el resultado de la caída en la confianza en, digamos, la solvencia entre contrapartes. Hay una falta general de claridad acerca del valor de los recursos e instrumentos financieros. El futuro comienza a verse radicalmente incierto más que simplemente riesgoso. Un colapso en la confianza entonces contribuye a una caída en la producción y el empleo en áreas muy alejadas del estallido de la burbuja inicial. El proceso no es algo amortiguado sino explosivo en ausencia de “deus ex machina”[iii] – esto es, intervención fiscal o monetaria.

Ahora imaginemos una cura que ignore la mala asignación de recursos original hasta el punto de tratar al colapso en estos mercados como si se hubiera debido principalmente a alguna pérdida exógena de confianza. La Reserva Federal decide, como en realidad lo ha hecho, comprar títulos respaldos por hipotecas, causando que el crédito se vuelva disponible en el mercado de la vivienda a menores tipos de interés. Esto además causa que el precio de las viviendas pare de caer y empiece a subir. ¿Cuando parará la Reserva Federal esta inyección de nuevo dinero creado, y por consiguiente, un aumento relativo de recursos dentro del mercado de la vivienda? Supongo que debería parar cuando el sector sea llevado a un nivel que sea simplemente una corrección del exceso previo. En otras palabras, la Reserva Federal debería prevenir el declive adicional de carácter irracional debido a los efectos de “reacción”.

¿Dónde está el punto de reacción apropiado? Dudo que alguien lo sepa. Considere lo que significa conocerlo. Los planificadores deberían tener que conocer el set de precios de las viviendas correspondiente al funcionamiento normal del mercado de la vivienda. Esto sería, los precios que habrían prevalecido si el mercado no hubiese sido sobreexpandido. Sin embargo, no correspondería simplemente al promedio de valores recientes porque el mercado de la vivienda ha sido sobreexpandido por mucho tiempo. Recientemente, dos economistas han intentado estimar estos precios (“First, Let’s Stabilize Home Prices,” por R. Glenn Hubbard y Chris Mayer, Wall Street Journal, 2 de octubre del 2008). Desafortunadamente su intento utiliza la misma extrapolación de experiencia histórica que parece haber dado tan malos resultados en la evaluación del riesgo asociado con los derivados y títulos respaldados por hipotecas. No obstante, aún más importante, busca determinar precios de mercado normales en ausencia de un mercado funcionando libremente.

Supongamos, sin embargo, que la Reserva Federal es realista y admite que no sabe. Entonces simplemente tratará de llevar al mercado inmobiliario (y otros mercados similares sensibles a las tasas de interés) a un punto donde la producción general y el empleo son considerados en niveles no recesivos. El nivel estantard, hablando de manera práctica, será el status quo anterior. Esto es por la falta de una guía teorética- empírico discutida más arriba y porque diversos sectores, apoyados por diferentes grupos de presión poderosos políticamente, no estarán satisfechos hasta que sea de forma completa el restablecimiento de su situación. En este punto, nos quedaríamos con la asignación insostenible de los recursos más o menos que había antes. Esta configuración es insostenible porque, como la burbuja original reveló, no era consistente con las preferencias de consumidores-ahorristas-inversores.

Por qué no funcionará

Por consiguiente, tanto el diagnóstico como la cura propuesta de la macroeconomía convencional ignoran factores microeconómicos o estructurales muy importantes, incluyendo los siguientes:

1. La “irracionalidad” no está fundamentalmente en la respuesta del sistema al impulso financiero inicial, sino en primer lugar, en la expansión insostenible del mercado de la vivienda y otros mercados de capital. No son creíbles los planes para apuntalar el mercado inmobiliario como si su contracción es algo así como una desafortunada sobrereacción. Demasiados recursos fueron hacia el mercado inmobiliario debido a la política de bajos tipos de interés bajos orquestada por la Reserva Federal por mucho tiempo. A pesar de que los precios de la vivienda han caído recientemente en muchos mercados, necesitan caen incluso más. Debería permitirse que los mercados se equilibren.

2. El equilibrio en el mercado de la vivienda traería mayor transparencia al valor de las títulos respaldos por hipotecas. La falta de certeza sobre los precios de la vivienda y el resultante aumento de ejecuciones hipotecarias sólo logra agregar a los problemas circundantes, la iliquidez de estos títulos.

3. Las inyecciones de capital por parte del gobierno con el propósito de restablecer el status quo anterior ignoran los hechos: Fannie and Freddie se sobreexpandieron, la industria automotriz doméstica es destructora del escaso capital, algunas empresas financieras hicieron un pobre trabajo distribuyendo el riesgo, los bancos extendieron préstamos, bajo la presión del gobierno, a gente que no debería ser propietaria de viviendas, y mucho más. Los recursos fueron mal asignados.

La Confianza viene después de la Correción

Las recesiones no son simplemente crisis de confianza o de demanda insuficiente (debido a incrementos en la demanda de dinero para atesorar). También tienen aspectos – microeconómicos – relativos a la asignación. Sugiero que estas distorsiones sistemáticas tienen un rol importante en la creación del fenómeno agregado que estamos observando. Es un error tratar estas distorsiones y su cura como si fueran relativamente poco importantes. La confianza de los inversores de largo plazo y consumidores viende después de la corrección de las subyacentes distorsiones causativas y no es que la precede. De hecho, el esquema de políticas macroeconómicas dominante no deja lugar en absoluto a la corrección de las distorsiones porque su propósito básico es restablecer, apuntalar, y mantener la actual asignación de los recursos.

 

El programa macroeconómico de las administraciones de Bush y Obama, aprobados apresuradamente, no tendrán éxito en promover una recuperación sostenible en el tiempo porque ignora los fundamentos microeconómicos. La dirección del gasto y por lo tanto la asignación de recursos que genera es inestable – no es consistente con las preferencias de consumidores, ahorristas e inversores. Por consiguiente, una vez que el supuestamente temporario estímulo sea completado, las fuerzas correctivas que ahora están tratando de deshacer la anterior mala asignación de los recursos, volverán a relocalizar los recursos. 

En un plazo más largo, la amenaza de una inflación significativa se incrementará. ¿Después de que el Tesoro de los EEUU haya destinado los billones adicionales de dólares a deuda nacional (al menos un billón de la respuesta de George W. Bush a la crisis y un mínimo de uno más de la respuesta de Obama) y la Reserva Federal haya completado de expandir su balance general (de este modo creando nuevo dinero) en algunos billones más, qué pasará? ¿El gobierno federal abolirá los programas de estímulo, subirá los impuestos para pagar los incrementos de la deuda nacional (o incluso para servir la deuda) y cortará los programas de ayuda social? Las comunidades beneficiadas que sean beneficiadas por el gasto del estímulo se resistirán.  ¿La Reserva Federal empezará una política de contracción monetaria para absorber los excesos de dinero que creó en el nombre de la emergencia? Eso subiría los tipos de interés y el costo de servir a la gigantesca deuda nacional. Lo que es probable es que veamos un efectivo rechazo a buena parte de la deuda nacional a través de la inflación. La tentación de inflar para salir de este lío será más que irresistible. Las consecuencias económicas de la “cura” será peores que la enfermedad.   

 

Fuente: http://www.thefreemanonline.org/uncategorized/a-microeconomists-protest/

[i] Mario Rizzo es profesor asociado de economía y co-director del Programa de Economía Austríaca en la Universidad de Nueva York.

[ii] Son bienvenidas las críticas y comentarios al trabajo de traducción. Por favor enviar los mismos a centroadamsmith@gmail.com (los comentarios en la página los dejamos para discutir el artículo)

[iii] Nota del traductor: “deus ex machina”: (en técnica literaria) recurso o evento artificial/ improbable introducido para resolver un argumento. Ver: http://es.wikipedia.org/wiki/Deus_ex_machina


El gobierno nos está llevando a la próxima recesión

abril 7, 2009

 

 

 

Por John Stossel

 

Si un atleta se lesiona y sufre un gran dolor, reconocemos la falta de previsión de darle calmantes para que pueda continuar. El dolor puede ser tapado, pero al riesgo de una lesión más grave en el futuro.

Esa es una buena analogía de las políticas inflacionistas llevadas a cabo en este momento por Washington. Estas políticas puede que temporalmente “estimulen la economía”, pero también ocultan y agravan los problemas subyacentes. Todos pagaremos un serio precio.

 

Los hacedores de políticas no han pensado las consecuencias de sus acciones. De manera despreocupada nos tiran cifras de doce dígitos. A fines del año pasado,  después de que el por aquel entonces Secretario del Tesoro Henry Paulson cambió el rumbo – otra vez – y anunció que la Reserva Federal asignaría $800 mil millones más en “nuevas compras de préstamos y deuda”, el New York Times informó que, “la Reserva Federal y los oficiales del Tesoro dejaron en claro que el cielo era el límite”

La partida federal de fondos hasta esa fecha era de más de $7 billones.

La Reserva Federal se ha rendido en el intento de facilitar el préstamo interbancario.  Ahora, el Times informa, “está directamente subsidiando las tasas de créditos hipotecarios”… mediante la emisión de cantidades de dinero sin precedentes, las cuales eventualmente crearían presiones inflacionarias si esto fuera a continuar sin moderación.”

No es broma.

Cuando escuchamos que el Tesoro de los EEUU está haciendo esto o que la Reserva Federal está haciendo lo otro, debemos recordar que estos organismos están administrados por simples mortales, y como tales, no pueden saber como “arreglar” algo tan complejo como una economía. Sin embargo, ciertamente están capacitados para estropear una.

Eso es lo que hará su política inflacionaria.

En un mercado libre, los precios hacen más que decirnos lo que tenemos que pagar por las cosas. Ellos son mensajes emitidos por un complicado sistema de comunicaciones que nos informa sobre las escaseses relativas de los recursos, mano de obra y bienes de consumo, y la relativa intensidad de la demanda de los consumidores. Gracias a los precios, podemos decirles a los productores como ordenamos nuestras preferencias, y ellos a su vez pueden acomodar la producción de forma acorde a nuestras prioridades. Sin precios, es imposible la coordinación económica, razón por la cual el intento estatal de planificación produce, en palabras de Ludwig von Mises, “caos planeado”

Asociamos la inflación con un aumento en el nivel de precios, pero igualmente importante, los precios relativos cambian cuando es creado nuevo dinero. Eso distorsiona los mensajes. Como escribe Mises, “la cantidad adicional de dinero no llega al principio a los bolsillos de todos los individuos;… los cambios en los precios, que son el resultado de la inflación, empiezan sólo en algunos commodities y servicios… Se produce una modificación de la riqueza y el ingreso entre diferentes grupos sociales”.

La Reserva Federal le da dinero a AIG o CitiCorp, pero no a Lehman Brothers, o vos y yo. Las nuevas reservas bancarias además empujan la tasa de interés por debajo de lo que hubiera establecido el mercado, distorsionado la producción aún más porque fomenta planes de inversión basados en tipos de interés artificialmente bajos.

¿Cómo puede mejorar la economía si el gobierno la está distorsionando sistemáticamente interfiriendo en los precios?

Estamos en este lío precisamente por anteriores interferencias gubernamentales.  Facilidades en los contratos de hipotecas y garantías idearon un auge artificial de viviendas y un otorgamiento irresponsable de préstamos que no podía ser sostenido. Las consecuencias han debilitado los cimientos de la industria financiera. Pero en lugar de liberar al mercado y permitir que se corrijan los errores, el gobierno está llevando a la economía hacia un completamente nuevo conjunto de errores. Eso llevará a la siguiente recesión.

“¿Pero no tiene que actuar el gobierno?” La gente pregunta. ¡No podemos simplemente dejar quebrar a las compañías financieras!

Yo digo, “¿Por qué no?”

Jim Rogers, el exitoso inversor y escritor, lo dice bien: “¿Por qué rescatamos al Citibank? ¿Por qué 300 millones de estadounidenses tienen que pagar los errores de Citibank? La forma en que el sistema supuestamente debería funcionar es esta: las personas fallan. Y luego la gente competente asume el cargo de los activos de la gente que se equivocó, y luego empezamos de nuevo con una base nueva y más fuerte. Lo que estamos haciendo esta vez es… tomando los activos de la gente competente, dándoselos a la gente incompetente, y diciendo, ‘OK, ahora puedes competir con la gente competente’. Entonces todos quedan debilitados: la nación entera se debilita, toda la economía se debilita. Esa no es la forma en que se supone debería funcionar”. 

 

Fuente: http://www.thefreemanonline.org/columns/give-me-a-break/government-sets-us-up-for-the-next-bust/

La Importancia de los Fracasos

abril 2, 2009

 

Por Tyler A. Watts*.

 

Hay mucha discusión por estos días acerca de los rescates. ¿Son necesarios? ¿Son justos? Digo que no a las dos preguntas. Sin embargo, muchos economistas, políticos, y hombres de negocios nos dicen que los rescates son necesarios para prevenir un colapso económico catastrófico. Sin hacer comentarios sobre la justicia de los rescates, ellos nos advierten que estaremos viviendo un sufrimiento económico masivo si nos apartamos y dejamos que los mercados sigan su curso. Ellos afirman que los rescates pueden detener este sufrimiento, y restablecer el orden y calmar la economía.

 

No compro la predicción de la gente pro-rescates de un inminente caos económico. ¿Pero qué pasa si tienen razón? ¿Qué pasa si el sufrimiento de corto plazo que nos espera es simplemente demasiado terrible para soportar si no empezamos a rescatar las industrias claves? Después de todo, estamos hablando de desempleo masivo, una nueva ola de ejecuciones hipotecarias, una economía achicándose – en una palabra, recesión. Si el funesto pronóstico de los rescatadores es correcto, seríamos estúpidos si no lo hiciéramos; seríamos como un castor atrapado en una trampa: muriendo lentamente, pero sin tener el valor de arrancarse la pata a mordiscos para escapar.

 

El capitalismo depende de tres altamente complementarias, pero bien diferenciadas, instituciones: precios, propiedad y “ganancias y pérdidas”. Los economistas liberales clásicos han demostrado el rol esencial de estos pilares de la prosperidad por siglos. Estas instituciones fundamentales de la economía de mercado son como las patas de un banco. Si gradualmente debilitamos una pata, eventualmente haremos caer el banco – colapso económico.

 

Visto así, las implicancias de los rescates son claras. Los rescates están diseñados para aislar a la gente de los efectos de las malas decisiones. Cuando los precios de mercado cambian dramáticamente, exponiendo las pobres elecciones de inversión del ayer, los salvatajes vienen “al rescate”, prometiéndole a aquellos que nos dejaron cargando el muerto que no tendrán que soportar el costo total de sus errores.

 

Pero debemos darnos cuenta, como siempre se pone en letra chica, que los precios están sujetos a cambios. El cambio es una característica definitoria de los mercados. Los empresarios hacen dinero tratando de encontrar precios “equivocados” y haciendo apuestas sobre la dirección en la que precios particulares se moverán en el futuro. Los empresarios exitosos, que correctamente anticipan los cambios en los precios, son recompensados con ganancias. Los empresarios equivocados, que hacen un pobre trabajo estimando el movimiento de los precios, son penalizados con pérdidas. Esta es la esencia del proceso del mercado.

 

Los salvatajes, entonces, intentan borrar los efectos de las pérdidas, o fracasos económicos. Pero dichos esfuerzos inevitablemente socavan el desdeñado aspecto de las “ganancias y pérdidas”. Ganancias y pérdidas van juntas, como arriba y abajo, izquierda y derecha, bueno y malo. Si tratamos de eliminar las pérdidas, acabaremos diluyendo el significado de las ganancias. Después de todo, por qué luchar por ganancias, si el Tío Sam cubre tus pérdidas con un rescate? ¿Por qué trabajar duro para competir y tener éxito si en lugar de eso simplemente puedes pedir una limosna”? Los rescates destruyen el motivo de las ganancias – y todos los beneficios de una economía competitiva

 

Además, existe una gran ironía con los rescates. La única razón por la que podemos darnos el lujo de hablar de rescates es la riqueza acumulada provocada por siglos de capitalismo.

 

Mucho tiempo atrás, nunca se escuchaba de los rescates, el fracaso significaba hambre, quizás la muerte. Considere al hombre de las cavernas: el jefe de la tribu de Ug no podía darse el lujo de decir, “es ok Ug no matar ciervo esta semana. No ser culpa de Ug. La tribu sacará del apuro a Ug”.

 

Si quiere que su tribu pueda mantenerse, el jefe debe decir, “Ug no matar ciervo: la familia de Ug pasar hambre”.

 

Pero el hombre moderno vive en un mundo de comparativa abundancia. Si Doug es despedido a causa de una recesión, tendrá que encontrar un nuevo trabajo y quizás ajustar su cinturón. Pero Doug no pasa hambre en nuestra economía, y hay amplias oportunidades para que él se ajuste a los cambios económicos. Sí, Doug sufrirá algo durante la transición, pero el dolor de corto plazo lo guiará hacia más productivas, exitosas decisiones.

 

El fracaso no es nada divertido, pero sí enseña lecciones esenciales. No deberíamos perdernos esas lecciones simplemente porque pensamos que podemos darnos el lujo de rescatar a las personas. En lugar de tratar de hacer desaparecer los fracasos mediante salvatajes, debemos dejar trabajar a los mercados, dejar que las quiebras sigan su curso, y como consecuencia aprender algo de ello.

 

 

 

Fuente: http://mises.org/story/3321

 

 

Traducción: Matías Spelta

 

 

* Estudiante de Economía de la Universidad George Mason

La calidad de las señales de los precios

marzo 30, 2009

La calidad de las señales de los precios

Por Mario Rizzo.*

En un subestimado libro, Los Fundamentos de la Moral (1964), el periodista económico del Wall Street Journal y el New York Times, Henry Hazlitt, escribió que el sistema de precios no envía correctas señales en ausencia de derechos de propiedad privada.

“Es importante insistir que la propiedad privada y los mercados libres no son instituciones separadas… Si yo soy un comisario del gobierno (rango gubernamental en la Unión Soviética) que está vendiendo algo que realmente no me pertenece, y vos sos otro comisario comprándolo con dinero que en realidad no es tuyo, entonces a ninguno de nosotros realmente le importa cual es el precio” (p. 304).

El llamado Plan Geither (Tesoro de los EEUU) para adquirir activos tóxicos de los bancos ignora la relación entre un adecuado funcionamiento del sistema de precios y los derechos de propiedad. Los compradores no estarán jugando con dinero que realmente es de ellos. En primer lugar, hasta el 85% del valor de una cartera de activos puede pedirse prestado de la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC). Estos préstamos serán préstamos “nonrecourse” (sin aval personal), esto es, están asegurados sólo por el valor de los activos que han de ser comprados. Entonces, si resulta que los activos no tienen valor (un caso extremo) la FDIC pierde el 85% y no el comprador. En segundo lugar, el Tesoro mismo aportará dinero hasta un 80% del restante 15%.

Bajo estas circunstancias, cuando los inversores privados pujen por estos activos, ¿Qué precio pagarán? Las disposiciones del plan del Tesoro los aseguran en gran parte en contra del riesgo a la baja por lo que no están arriesgando su propio dinero. Por eso, sus ofertas no reflejarán una objetiva estimación del valor de estos activos. Las ofertas estarán sesgadas hacia arriba ya que los beneficios privados de los potenciales propietarios diferirán sistemáticamente de los beneficios sociales. La calidad de los precios que resulten de este proceso será pobre.

Hay una lección general aquí. El mercado es un complejo sistema en el cual los derechos de propiedad (responsabilidades) y el sistema de precios operan enlazados inextricablemente. El fracaso en reconocer esto es responsable de muchos daños.

Cuando los prerrequisitos para un buen funcionamiento del mercado no están en su lugar, es incorrecto decir que hay (o habrá) un fallo del mercado.

 

Fuente: http://thinkmarkets.wordpress.com/2009/03/24/the-quality-of-price-signals/

Página web de Mario Rizzo: http://works.bepress.com/mario_rizzo/

Traducción: Matías Spelta