Por Matías Spelta
Gustavo Lazzari
«Cuando hablás con gente que afirma no compartir ideas liberales te das cuenta que en un 70% de las propuestas son compartidas y un 100% de los objetivos son comunes»
Gustavo Lazzari es Licenciado en Economía y Director de Políticas Públicas de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre. Desarrolla una profusa actividad docente como Profesor de Economía y Economía Argentina en la Cámara Argentina de Comercio, Universidad del Salvador y en las escuelas de Postgrado ESEADE y CE y CE (Rosario, Santa Fe). Académicamente ha sido asistente de investigación en ESEADE (Proyecto Políticas Públicas “Proyectos para una sociedad abierta” y en el Proyecto “En defensa de los mas necesitados”). En 1992 el Centro de Economía Internacional y el PNUD – Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto premiaron su trabajo “El impacto de la PAC en las exportaciones agropecuarias argentinas”. Compiló y coordinó la publicación de libros y publicaciones de ESEADE, Fundación Atlas1853 y Fundación FEEL. Compiló junto a Martín Simonetta los libros “Héroes de la Libertad” (2006), Políticas Liberales Exitosas (2006, coeditado entre Fundación Atlas1853 y RELIAL) y Soluciones de Políticas Públicas para un país en Crisis (2003). Autor, junto a Martín Simonetta, de “Economía K” (2008). Como actividad empresaria, desde 1993 gerencia una empresa del sector alimenticio.
MS: Siendo un apasionado del fútbol (y gran hincha de Nueva Chicago), ¿cómo tomaste su estatización?
GL: El primer impacto fue una enorme decepción. Mi primera reflexión mientras estaba atónito fue “se animaron a esto, van por todo”.
No es sólo un tema contractual o un negocio. El contrato entre AFA y TyC era un contrato privado y por tanto, revisable, extensible, o anulable según la voluntad de las partes.
Cuando el estado interviene aparecen otras reflexiones. La primera es sin dudas el derroche de recursos públicos. Subsidiar a clubes fundidos, manejados por cuestionados dirigentes para financiar a millonarios jugadores es por lo menos un delirio. Para tener una dimensión del derroche en el Torneo Apertura 2009/2010 (que ganó Banfield) se hicieron 458 goles a un costo de $ 764.192 por gol!!! Quiere decir que para que supuestamente el público mire fútbol se tiraron a la cloca los pesos necesarios para construir tres hospitales de alta complejidad como el que se está construyendo en La Matanza. Un dislate.
Lo peor, es que la gente le dio la espalda. El rating del fútbol estatal fue pésimo. Solo sirvió para levantar un poco la audiencia del canal estatal.
MS: ¿Cuáles pensás que son las verdaderas razones que llevaron al gobierno a tomar esta medida?
GL: Tras mi indignación inicial me puse a reflexionar y a investigar un poco más. Este gobierno no solo hace política desde la torpeza, el interés y algún que otro prejuicio setentista.
Los motiva también un ánimo de construir la sociedad en base a valores (perversos para mi gusto) y de lograr un convencimiento casi adoctrinador.
Cooptar al fútbol es parte de la estrategia. Puede sonar delirante pero me atrevo a decir que con el fútbol, la música, las artes y alguna que otra causa noble, se intenta humanizar una ideología naturalmente antipática.
Permítame. El socialismo (en cualquiera de sus formas “cool”: populismo, progresismo, etc.) es antinatural. Es un traje a medida que te queda bien sólo por un tiempo… Después molesta, desagrada. Eso lo saben los “socialistas” para llamarlos en términos genéricos. Por ello se disfrazan. Por ello “venden sus valores” a través del arte, de la ecología y ahora del fútbol.
Hace ya unos años, que en la Argentina (país futbolero por excelencia), se intenta identificar al fútbol con los valores de la izquierda. Se habla de un “fútbol de izquierda” ligado al “juego bonito o ´tiki tiki´” y de un “fútbol de derecha” resultadista, frío, pensado en el negocio. Todo un delirio, que si bien carece de toda racionalidad se repite en muchísimos programas radiales, televisivos, y en medios gráficos. Podríamos agregar, como ejemplo al intento kirchnerista de agrupar a las barras bravas en un trueque de “mundial a cambio de simpatía”. No son intentos aislados ni torpezas de políticos mediocres solamente.
Eso es lo que realmente me preocupó. El intento de cooptar una pasión sana aún con sus defectos y problemas, me pareció un ejemplo de totalitarismo estremecedor.
MS: Has co-editado los libros “Políticas liberales exitosas I y II”, ¿qué reformas que se han aplicado en otros países consideras que serían relativamente fáciles de implementar en Argentina?
GL: Una de las conclusiones de dichos libros (paso el aviso que se pueden bajar gratuitamente http://www.relial.org o bien en http://www.atlas.org.ar) es que la principal reforma es sin duda la seguridad jurídica de un marco de normas relativamente abierto. No hace falta reformas de 180 grados. Con mantener reglas de juego que permitan a la actividad privada crear riqueza, una economía relativamente abierta, un funcionamiento normal de la justicia y el estado dedicado a la provisión de bienes públicos sin confrontar con los particulares alcanza.
Adam Smith sostiene que para “pasar de la miseria a la opulencia hace falta bien poco, paz, impuestos cómodos y una razonable administración de justicia”.
Descubrimos que no hace falta mucha osadía ni mentes geniales ni milagros. Los particulares pueden crear riqueza impensada con solo sacarle las mochilas de las espaldas y las sogas de las regulaciones.
En Argentina estamos a años luz de dicho escenario. Hay mucho odio y el odio mete miedo. No hay nada más perjudicial para la economía que el miedo. Y en Argentina lo tenemos institucionalizado. El gobierno apunta a una suerte de “crispación productiva”, donde la producción (que la hay , no hay que ser necio) depende del grado de afinidad con el gobierno o del grado de sumisión. A corto plazo puede resultar simpático pero a largo plazo es miseria asegurada.
Un buen ejemplo es la industria automotriz. El gobierno inaugura cada rueda de auxilio que las terminales colocan en los 600.000 autos de producción nacional. Sin embargo para 2010 nuestro país absorberá el 9% de las inversiones de las casas matrices en la región. Brasil el 40 y México el 49%. Inauguración de corto plazo y miseria de largo.
MS: ¿Cuáles las más urgentes (independientemente de su factibilidad en el corto plazo)?
GL: La primera sin duda es la pacificación. Bajar los decibeles de la crispación y el odio. Es imprescindible y da pena comentar algo tan obvio que las autoridades comprendan que “la soja no es un yuyo”, que “quien engorda ganado no especula”, es decir, que las decisiones empresarias no son “destituyentes”.
Es imprescindible en Argentina que los políticos comprendan algo del funcionamiento natural de la economía. Que no todo es odio, enfrentamiento, conspiración. Porque en ese clima muchas empresas progresan gracias a su trasformación en “cortesanos del estado”.
Una vez logrado un clima racional (que no es una reforma difícil, cambia con uno o dos discursos creíbles y con la composición de un gabinete con “forma humana”) las medidas más urgentes son:
• Reforma de la coparticipación federal
• Simplificación y reducción de impuestos (no sólo las retenciones o el impuesto al cheque) (estabilidad fiscal)
• Independizar en forma plena al BCRA del poder político para que su principal función sea la preservación del valor de la moneda. (inflación cero)
• Eficientizar y extender la provisión de salud y educación a través de mayor injerencia privada.
• Concentrar el gasto social en los beneficiarios reales y no en la burocracia
• Instrumentar un régimen laboral libre optativo que coexista con el actual y que cada trabajador elija.
• Instrumentar un ambicioso plan de infraestructura (autopistas, energía, agua) basado en la iniciativa privada nacional y extranjera.
• Priorizar la provisión de seguridad a través de eficientizar las tres patas del sistema (sistema carcelario, policía y justicia)
• Integrar la economía al mundo a través de comercio, comunicaciones, inversiones, sin ningún tipo de temor y mucho menos sin que nuestros consumidores paguen de más por ineficiencia.
Todas las reformas se pueden encarar en un plazo corto y en forma simultánea. No son inventos. Son propuestas concretas que existen y pueden ser instrumentadas. Tiene como ventaja la enorme sinergia que un lineamiento genera con la implementación de otro. Un país pacificado con un sector privado competitivo y pujante hará posible la instrumentación de políticas sociales reales, no clientelares y , por sobre todo, efectivas.
MS: Te has manifestado a favor de políticas de shock, en contraposición al gradualismo en las reformas. ¿Cuáles son tus razones?
GL: Las razones son dos. En primer lugar no hay tiempo. Argentina viene en “declinación gradual” desde hace ocho décadas. En segundo lugar, el gradualismo permite que los grupos de interés del status quo accionen, se junten, e impidan las reformas.
Políticas de shock no debe verse como cambios de timón histéricos. Sino como un punto a partir del cual se empiezan a cumplir ciertas reglas y se empieza a trabajar en serio. Los argumentos en favor del gradualismo es “la adaptación” de los actores económicos. Creo que tenemos que confiar más en la gente y atender con toda la eficiencia del Estado a los caídos, a los que no pueden insertarse.
¿Por qué pensás que las ideas liberales no tienen mayor difusión y mejor recepción en la Argentina?
Cuando hablás con gente que afirma no compartir ideas liberales te das cuenta que en un 70% de las propuestas son compartidas y un 100% de los objetivos son comunes.
Sin embargo, manifiestan ser anti liberales o contarios a la economía de mercado.
Considero que nos falta mucho trabajo. Mucho debate, mucha defensa de las ideas en todos los ámbitos. No solo mejorar el marketing comunicacional. Creo que es más importante no aflojar. La gente no puede aplaudir lo que conoce sólo por el discurso de los adversarios, que en su afán de buscar chivos expiatorios nos tienen como preferidos.
No ponemos en debate los principales pilares del progresismo y por no cuestionarlos dejamos que se consoliden como verdades reveladas.
MS: En 2008 escribiste, junto a Martín Simonetta, el libro “Economía K”. Esta es una importante obra que busca, entre otras cosas, relativizar el mérito del gobierno en el proceso de crecimiento que vivió el país desde el 2003. ¿Qué comentarios has recibido del libro?
GL: La idea de “Economía K” fue compilar una serie de más de 100 artículos donde tratábamos de desenmascarar las falacias del discurso oficial. Esto que “el crecimiento se debe a un presidente”, que el default fue exitoso, que la distribución del ingreso reduce la pobreza, que el Estado empuja la actividad económica.. y cientos de discursos casi seniles y desgastados nos motivaron a escribir cada uno de las notas.
Hemos recibido muy buenos comentarios de gente que de alguna manera le “hacía ruído” la explicación oficial. Creo que fue un aporte que deberemos seguir haciendo. La publicación es muy importante porque competimos en el mercado de las ideas y un libro es en el fondo, un instrumento de divulgación muy importante.
MS: ¿Qué reflexiones hacés de la victoria de Piñera en Chile?
GL: Es una gran oportunidad para demostrar que el populismo sudamericano está llegando a su fin. Está en tiempo de descuento, minuto 48 y no saben qué hacer con la pelota. Sólo quedan con cierta fuerza Evo y Correa. Chávez está cada vez más violento, lindero a una dictadura. Para mi gusto ya es una dictadura, sólo falta que se percate de ello la OEA, siempre lenta para estos menesteres. En Argentina el populismo medio pelo que tenemos también está en baja. Posiblemente se reelijan pero cada vez con una menor capacidad de daño. (“pasó… pasó…, pasó nuestro cuarto de hora” deberían estar cantando bajito)
La elección de Piñera es un gran noticia no solo por el hecho del cambio de cosmovisión filosófica en la región sino también porque es aleccionador para todos. Un país exitoso como Chile que verá en 25 años otro cambio de administración política sin que los fundamentales del país cambien drásticamente. Eso es muy bueno.
A escala puede suceder lo mismo en Uruguay y sería también una gran noticia que Mujica conserve la estabilidad institucional y las políticas de Estado de aquel país.
MS: ¿Sos optimista acerca del futuro de Argentina?
GL: Juan Bautista Alberdi cita a Adam Smith en un párrafo que llamó “bases de esperanza” donde dice que con el trabajo de los particulares en su afán de progresar estos son capaces de producir tanto no sólo para financiar la propia prodigalidad sino también los dislates de los gobiernos.
Eso te obliga a ser optimista.
Desde el punto de vista político de corto plazo tengo ciertos temores. El gobierno está en baja y eso es bueno, pero la oposición (si bien no se puede generalizar) se opone más a los modales que a los modelos. El artículo de Alberto Benegas Lynch (h) en el diario La Nación sobre “modales y modelos” es contundente en este sentido.
Se observa que las críticas son a la irritación que genera la soberbia gubernamental, pero ese no es el punto. Si el gobierno fuera mas amable, menos conflictivo, más integrador y propusiera lo mismo que propone habría menos oposición y más fortalecimiento.
No veo debate de ideas. No veo cuestionamientos al verso de la “distribución del ingreso como solución a la pobreza”, ni a la falacia del “mercadointernismo” o al subsidio encubierto de la “oferta protegida”. Todos latiguillos gubernamentales que se repiten a diario como fragmentos de un salmo sagrado.
MS: ¿Cuáles pensás que son los mayores problemas que impiden el desarrollo de nuestro país?
GL: Sin duda, la ausencia de una elite que demande cambios, que sueñe con el progreso y que esté convencida que se puede.
Si tenemos una elite timorata al debate, acomodaticia con el poder y con sueños abatidos tendremos oficialismos populistas con mayor o menor aceptación social. La misma película de los últimos ochenta años.
Artículo publicado en la Revista Digital Orden Espontáneo de julio de 2010.