Archive for septiembre 2009

Revista Digital Orden Espontáneo de Septiembre

septiembre 29, 2009

Estimado Lector,

Es una gran alegría presentar el cuarto número de la Revista Digital “Orden Espontáneo” del Centro Adam Smith perteneciente a la Fundación Libertad.

Esta nueva edición incluye la primera parte de la entrevista que le realizamos a Ivo Sarjanovic, Vicepresidente de Cargill Suiza. Este singular economista rosarino, a pesar de que proviene del ámbito empresarial nunca ha abandonado el terreno académico y particularmente las ideas de la Escuela Austríaca de Economía. En el reportaje nos cuenta su camino a su actual puesto en Cargill habiendo empezado como operador local en la oficina de Rosario, su opinión sobre el futuro de la economía África, la crisis financiera y su trabajo diario, su interpretación de las causas de la misma y otras cosas más.

Luego, presentamos un artículo de Lawrence White, uno de los mayores teóricos de la banca libre. En este pequeño artículo muestra algunas lecciones que no ha enseñado la interpretación histórica de los episodios de sistemas bancarios relativamente no regulados que se dieron en distintas partes del mundo durante el siglo XIX.

Por último, publicamos un ensayo del Dr. Gabriel Zanotti en el que reflexiona sobre la cuestionada ley de medios K. En el mismo, plantea los errores económicos y epistemológicos en los que se basa dicha legislación y se pregunta si es necesaria una ley que regule la libertad de prensa, más allá de lo enunciado por la Constitución Nacional.

Agradecemos su colaboración en la difusión de Orden Espontáneo.

Desde Fundación Libertad aprovechamos la ocasión para saludarlos y esperamos que disfruten de este nuevo número de la Revista Digital.

Para acceder a la revista por favor haga clic aquí.

Matías Spelta
Editor

Competencia y Belleza

septiembre 18, 2009

Por Federico N. Fernández*

Federico Fernández

Hace un tiempo, mi gran amigo Pablo, estuvo de visita en la que es su ciudad: Rosario. Emigrado junto a su encantadora esposa, vive en Israel desde hace casi cuatro años. Quienes lo conocen saben, que entre sus múltiples cualidades, se encuentra la de poseer una notable lucidez. Así, no es de extrañar que una tarde, tomando un café en un bar del centro, Pablo comentó una circunstancia muy interesante que le ha tocado experimentar en Israel y que –pese a parecer lejana en un principio- muy bien puede relacionarse con los efectos benéficos del libre mercado, la importación y la competencia.

La cuestión es la siguiente: desde la caída del Muro de Berlín y la consecuente implosión del imperio soviético, muchas personas que vivían en Rusia, al recobrar la libertad de movimiento, han emigrado hacia Israel. Buena parte de esta corriente migratoria está compuesta por mujeres de una belleza y encanto dignos de los mejores tesoros del Zar. Hecho que no tardó en marcar un pronunciado contraste entre las recién llegadas y las nativas. Sucede que, no obstante las israelíes son mujeres ciertamente bonitas, Pablo me comentaba que las mismas carecían, por decirlo de alguna manera, de un adecuado desarrollo del sentido de la coquetería. Acostumbrado a la situación celestial de Rosario, mi amigo empero no tardó en advertir que quizás el mayor problema de las féminas en su nuevo entorno no era de fondo sino de forma: se trataba principalmente de una inercia instalada entre las israelíes, vaya uno a saber por qué motivo, que las hacía tender al desaliño. O como he escuchado mil veces entre amigos que han visitado Israel, muchos de ellos por períodos prolongados, “las chicas de allá no se arreglan”.

Afortunadamente, esta situación ha cambiado de manera drástica. Pues, como decíamos arriba, el ingreso de las chicas rusas no pasó inadvertido, ni para los hombres (¡lógicamente!) ni tampoco para las mujeres locales. Lo que sucedió entonces no fue, como las falacias proteccionistas suelen sugerir, que las mujeres nativas se hayan quedado sin pareja. Sin embargo, muchas de ellas se vieron en la necesidad de ponerse a tono con el nuevo “competidor extranjero” (es decir, las espléndidas chicas rusas). Mas esta competencia, lejos de ser salvaje o despiadada, redundó en un fenómeno de tipo cooperativo. Pues el ingreso de las chicas rusas al mercado ayudó a las chicas de “industria nacional” a dar un salto de calidad estético y alcanzar un nivel de belleza y sofisticación que no se había visto nunca en Israel. Lo que significa que la “competencia extranjera” ayudó a las “locales” a dar lo mejor de sí –demostrando además que las chicas israelíes nativas nada tenían que envidiarles a las llegadas desde Rusia (ni de otras latitudes).

Acostumbrados como estamos a demonizar la competencia, más aún cuando la misma es “extranjera”, ejemplos como este pueden mostrarnos cómo la misma no produce escenarios apocalípticos sino que, al contrario, genera situaciones en las que todos mejoran su situación. De forma tal que los hombres israelíes (o “consumidores”) gozan, desde hace un tiempo, de un aumento envidiable en el nivel de la belleza femenina que los rodea; mientras que las mujeres de “industria nacional” mejoraron espectacularmente su aspecto, viéndose ahora mucho más guapas de lo que se veían hace cinco años atrás… pues como afirma el conocido apotegma: “no hay mujeres feas sino mujeres que no se arreglan”. La entrada de la “competencia” rusa les hizo redescubrir esa faceta, algo rezagada, a las integrantes del “mercado local”.

Cabría, por otro lado, preguntarse qué hubiera sucedido si, en lugar de dejar que la competencia eleve los estándares, las mujeres israelíes hubiesen conformado asociaciones de lobby en pos de “actuar en defensa de los intereses del sector” o “promover todas las medidas necesarias que hagan a la defensa de la industria nacional”. Ni que hablar si, directamente, el Estado hubiese tomado cartas en el asunto, aduciendo alguna insensatez tal como, por ejemplo, “nos invaden porquerías importadas”. En una situación así bien podrían suponerse medidas arancelarias o proteccionistas tales como “racionamiento de maquillajes y perfumes” para las recién llegadas, “subsidios para la compra de ropa de diseñador” a favor de las chicas nativas o “trabas al ingreso de mujeres extranjeras menores de cien años”.

Descabelladas como suenan para el caso que venimos relatando, legislación de muy parecida redacción e idéntico espíritu rige lamentablemente para “productos” infinitamente menos importantes que la belleza femenina, tales como las camisas o las heladeras.

* Publicado en la Revista Orden Espontáneo de Agosto del 2009.

La pretensión del conocimiento necesario para la regulación

septiembre 11, 2009

Por Sheldon Richman*

Sheldon Richman

Sheldon Richman

Los partidarios del libre mercado son muchas veces parodiados por su aparente respuesta general a cualquier problema: Deja que se encargue el mercado . Lo que quizás suena como una respuesta simplista, sin embargo, es en realidad la más compleja prescripción imaginable. En el mundo moderno, el funcionamiento de cualquier mercado en particular es tan complicado que excede la comprensión de los meros mortales. A cada momento, día tras día, tantas decisiones sutilmente interrelacionadas son tomadas por tantas diferentes personas alrededor de todo el mundo que ningún individuo o grupo de individuos podría posiblemente entender el cuadro completo en forma detallada. Entonces no hay nada simplista en proponer al mercado como una solución a un problema económico. Es la forma abreviada de decir: deja a la multitud de personas informadas que buscando ganancias, arriesgando su propio dinero, y respondiendo a incentivos encuentren una solución basada en la persuasión y no en la coerción. Traducido de esa forma, parece una propuesta prometedora.

Irónicamente, aquellos que no valoran a los mercados son de hecho los que ofrecen una simplista, e incluso vacía, supuesta solución a los problemas económicos: la regulación gubernamental. Esa frase es pronunciada como un conjuro; es la respuesta mágica a todas las dudas acerca de cómo serían resueltos los problemas en ausencia de mercados completamente libres. La ironía es que mientras que la frase “deja que se encargue el mercado” puede ser desarrollada y convertida en algo específico, con la palabra “regulación” no se puede. Sólo puede ser interpretada de esta forma: designa a un zar o un comité para que de alguna manera vigile las cosas, y todo estará bien.

En estos días estamos escuchando mucho esta idea. Es la sugerencia más popular para prevenir una repetición de la turbulencia en los mercados financieros: no hay suficiente regulación. Necesitamos más regulación. Cuando los defensores del libre mercado señalan que los problemas fueron causados por las acciones del gobierno que sistemática y deliberadamente debilitaron la disciplina del mercado para promover beneficios empresariales a través de la adquisición de viviendas sin importar los ingresos o la solvencia, el otro bando parece que quiere decir, “si tenemos la apropiada regulación, no necesitamos la disciplina del mercado.”

Sin embargo, corear “regulación” y “supervisión” no es una solución a nada. Plantea más preguntas que las que responde. Incluso si suponemos que el organismo regulador estaría integrado por gente honesta y desinteresada (un supuesto descabellado, ya nos deberíamos haber dado cuenta a estas alturas), ¿Cómo harían para saber qué tienen que hacer? Como se ha constatado, la complejidad de los mercados excede nuestra imaginación. Puede que una persona posea un gran conocimiento sobre su propia tajada de un mercado determinado, pero eso no le va a servir mucho cuando esa persona tenga que regular todo el mercado. Por supuesto, el comité podría recolectar datos. Pero, ¿De qué servirá? Los datos son historia. Para el momento de su recolección, ya son viejos.

Conocimiento, No Datos

Y ese es el menor de los problemas. El conocimiento más importante que impulsa la actividad del mercado no son datos. Ni siquiera es convertible en datos. Es el tipo de conocimiento, o know-how , que la gente quizás se dé cuenta que posee sólo si se enfrenta con decisiones inesperadas. Puede que no hubiesen sido capaces de decirte por adelantado que habrían hecho bajo esas circunstancias, y puede que no sean capaces de decirte como sabían hacer lo que hicieron. Ellos se encontraron en una situación y, basándose en su experiencia, inteligencia, y corazonadas, descubrieron una oportunidad y actuaron. Una buena parte de la actividad de los mercados financieros funciona así. Decisiones de una fracción de segundo basadas en flashes no exteriorizados de perspicacia propia de un líder, bajo las circunstancias apropiadas, que llevan a resultados fortuitos. ¡Poné eso en un modelo computarizado!

¿Cómo van a hacer los reguladores para mantener las cosas bajo control con todo eso que está pasando? Sentarse en una torre de marfil y escribir regulaciones para un complejo mercado es una receta para el estancamiento, incluso para el caos. ¿Debería requerirse que presentemos un formulario a los reguladores antes de hacer algo diferente a lo que se hacía en el pasado?

Aquellos que entienden poco acerca de los mercados se preocupan de que la gente comercie exóticos derivados que incluso ellos no entienden. Es de suponer que los reguladores tampoco los entenderían. ¿Esto significa que nadie debería estar autorizado a participar de un intercambio con otra persona a menos que los reguladores lo entiendan? Ese sería el principio preventivo aplicado a los intercambios, y echaría por tierra valiosas innovaciones en los mercados financieros – innovaciones que proporcionarían liquidez para apuntalar la producción. Todos estaríamos sujetos al nivel de burócratas que no tienen incentivos, mucho menos habilidad, para descubrir prometedoras innovaciones cuando las vieran.

Llamar a los reguladores burócratas no es simplemente un insulto; también es una descripción. Los burócratas no están en el juego de pérdidas y ganancias, como sí lo están los empresarios en un (verdadero) libre mercado. Ellos no obtienen sus ganancias de la producción de valor, y no arriesgan su propio capital. Como hemos aprendido de la Administración de Alimentos y Fármacos , tienden a ser demasiado cautelosos porque si existe la posibilidad de equivocarse, es mejor equivocarse del lado de no dejar que algo pase. Es más probable que le echen la culpa si permiten algo que luego sale mal.

Cuando se propone una mayor regulación después de una crisis, se supone que los reguladores estarán atentos a una repetición del problema más reciente. Pero usualmente ese no es el problema por el que nos tenemos que preocupar. Lo preocupante es el siguiente e imprevisto problema. ¿Qué razón existe para creer que los reguladores serán competentes para descubrirlo?

Estas dificultades pueden ser resumidas diciendo que la regulación está afectada por el “problema de conocimiento” casi tanto como lo está la planificación centralizada. El regulador está casi tan desprovisto de conocimiento como lo está el planificador.

Problema de Conocimiento

F. A. Hayek describió el problema de conocimiento en su artículo seminal de 1945, “El Uso del Conocimiento en la Sociedad”. Allí escribió,

“El carácter peculiar del problema de un orden económico racional está determinado precisamente por el hecho de que el conocimiento de las circunstancias que debemos utilizar no se encuentra nunca concentrado ni integrado, sino que únicamente como elementos dispersos de conocimiento incompleto y frecuentemente contradictorio en poder de los diferentes individuos. De este modo, el problema económico de la sociedad no es simplemente un problema de asignación de recursos «dados» —si «dados» quiere decir dados a una sola mente que deliberadamente resuelve el problema planteado por estos «datos»—. Se trata más bien de un problema referente a cómo lograr el mejor uso de los recursos conocidos por los miembros de la sociedad, para fines cuya importancia relativa sólo ellos conocen. O, expresado brevemente, es un problema de la utilización del conocimiento que no es dado a nadie en su totalidad.”

Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho se puede decir que el regulador gubernamental se parece más a un elefante en un bazar que a una guía inteligente para el mercado.

Hayek apeló al problema de conocimiento para profundizar la crítica a la planificación centralizada realizada por Ludwig von Mises, la cual demostró que sin propiedad privada y libres intercambios de los medios de producción, los precios de mercado y por lo tanto el cálculo económico eran imposible. No hay forma de que el planificador conozca lo que la multitud “conoce” en un mercado. (Las comillas son para indicar que no toda esta información es articulable).

Israel Kirzner continuó la tradición de Mises y Hayek mediante la aplicación de la crítica del cálculo en el socialismo directamente a la regulación del mercado por parte del gobierno en su artículo “The Perils of Regulation: A Market-Process Approach” . El valor del argumento de Kirzner reside en su observación de que a pesar de que los partidarios de la regulación – a diferencia de los partidarios de la planificación centralizada- no buscan eliminar al mercado sino sólo modificarlo, es un hecho de la naturaleza que inevitablemente el problema que sufre el planificador también lo sufre el regulador.

Kirzner muestra que junto con todas las otras sólidas razones para ser escépticos en cuanto a la eficacia de la regulación, la Escuela Austríaca de economía puede realizar otra justificación distintiva ligada a uno de los principales conceptos de esta escuela: el descubrimiento empresarial:

“Los riesgos asociados con la regulación gubernamental de la economía tratados aquí derivan del impacto que se espera tenga la regulación sobre el proceso de descubrimiento, el cual el mercado sin regulación tiende a generar. Incluso si los actuales resultados del mercado en algún sentido son juzgados insatisfactoriamente, la intervención, e incluso la intervención que pueda exitosamente alcanzar sus objetivos inmediatos, no puede ser considerada por obviedad la correcta solución. Después de todo, los mismos aparentes problemas en el mercado pueden generar procesos de descubrimiento y corrección superiores a aquellos emprendidos deliberadamente por la regulación gubernamental. La intervención deliberada por el Estado no sólo puede resultar un sustituto imperfecto del espontáneo proceso de descubrimiento del mercado; sino que además puede dificultar deseables procesos de descubrimiento, cuya necesidad de los mismos no ha sido percibida por el gobierno. Además, la misma regulación gubernamental puede generar nuevos (no intencionados y no deseados) procesos de ajustes del mercado que producen un resultado final incluso menos preferible del que hubiese emergido en un mercado libre”

El punto de vista de Kizner se aplica a los actuales problemas financieros de varias maneras. Primero, la inmensa constelación de regulaciones y otras intervenciones actúan en contra de soluciones empresariales a los problemas. Por ejemplo, puede que haya inversores dispuestos a comprar, con un descuento, los malos títulos respaldados por hipotecas de los bancos de inversión (esto ha pasado en algunos casos), pero ¿Por qué un banco debería vender al actual bajo precio de mercado si el Secretario del Tesoro puede estar dispuesto a pagar más? Segundo, la incertidumbre acerca de qué nuevas regulaciones están por aparecer sólo puede inhibir a las personas que buscan soluciones a los problemas incentivados por la búsqueda de ganancias, quienes puede que encuentren sus planes invalidados por los reguladores. Tercero, cuando nuevas regulaciones son promulgadas, el proceso de descubrimiento del mercado nuevamente se verá detenido, ya que los desconectados reguladores exigen o prohíben acciones sin conocer lo que están haciendo o las consecuencias que vendrán.

La llamada re-regulación, la palabra de moda en estos momentos en Washington, no tiene sentido, porque incluso si los problemas actuales fueron causados por el libre mercado – lo cual no fue así – de eso no se deduce que la regulación gubernamental produciría mejores resultados.

Al oponerse a la regulación gubernamental, ningún partidario del mercado libre cree que el público debería ser dejado a merced de imprudentes especuladores, vendedores al descubierto, y similares, cuyas actividades tienen el potencial de perjudicar a inocentes. El público efectivamente necesita protección. Sin embargo, lo que entienden los partidarios del libre mercado es que la regulación no implica protección sino simplemente un sustituto engañoso de muy mala calidad de la única real protección disponible: la disciplina del mercado.

* Publicado originalmente en la Revista Orden Espontáneo de Agosto.

Curso por e-learning «Principios de economía para entender la realidad»

septiembre 11, 2009

PRINCIPIOS DE ECONOMÍA PARA ENTENDER LA REALIDAD

Curso por e-learning
http://www.REDACAM.COM

Objetivo del curso
Conocer los principios que rigen la economía mediante la teoría, artículos de autores clásicos y explicar los acontecimientos de la actualidad.

Programa del curso

Unidad 1: La teoría económica: Oferta. Demanda. Formación de Precios. Gasto Público. Financiamiento del Estado. La Moneda. Emisión de dinero. Tipo de cambio. Inflación. Importaciones y Exportaciones. Aranceles. Globalización.
Unidad 2: Artículos clásicos que explican la economía. Adam Smith. Milton Friedman. Hazlit. Hayek. Bastiat. Ayn Rand. Alberdi.
Unidad 3: La actualidad explicada por la teoría: Convertibilidad. Devaluación. Importaciones. Aumento de Impuestos. Pobreza. Riqueza. Derrame y distribución. Escasez.

Profesor: Lic. Gustavo Lazzari
• Economista, egresado de la Universidad Católica Argentina. Director de Políticas Públicas de la Fundación Atlas 1853 desde el año 2000. Director de Investigaciones Políticas de la Fundación Estudios Energéticos Latinoamericanos (1995/1999). Profesor de economía. Empresario.

Gustavo Lazzari

Gustavo Lazzari

Fecha de inicio y cierre: Del 22 de septiembre al 13 de octubre de 2009.

La capacitación se da con la aplicación de los siguientes recursos didácticos:
1) Por un lado la teoría expresada en apuntes, artículos y videos que se van bajando del campus virtual de http://www.REDACAM.com
2) Paralelamente hay ejemplificación con la realidad, mediante el comentario de las noticias que afectan al tema.
3) El docente, los tutores y los participantes abren foros de discusión para tratar distintos temas o hacer consultas. También se pueden enviar consultas directamente al docente para tener respuestas completas sobre los temas de SU interés.
4) Los tutores y participantes publican artículos de interés que complementan la explicación.
5) Los tutores y alumnos publican sitios web de interés que ilustran temas tratados.

El curso no tiene horarios fijos, estará disponible para Usted entre las fechas de inicio y finalización para que pueda ingresar por Internet cuando le quede más cómodo.
No hace falta estar on line todo el día, ni en un momento específico. Se accede desde cualquier PC con acceso a Internet. No hace falta contar con software especial.
La cantidad de veces por semana o por día que ingresa al aula virtual es algo que depende de Usted y del nivel de participación que quiera tener en los foros.
El material y el docente estarán disponibles durante la duración del curso. También le ofreceremos asistencia para navegar por el aula virtual.

Inscripción
Costo: u$s 45 ó $ 160 pesos argentinos
Precio para socios de Fundación Atlas 1853 y Redacam.com : $ 140
(descuento válido hasta el 17 de Septiembre de 2009)
Forma de pago: Tarjeta de crédito, transferencia o depósito bancario.
Informes: info@redacam.com
Organiza: Red de Aprendizaje para el Cambio http://www.REDACAM.com

Entrevista a Adrián Ravier 2da Parte

septiembre 8, 2009

Por Matías Spelta*

Adrián Ravier

Adrián Ravier

MS: ¿Cómo fue recibido este aporte en la Academia?

AR: Supongo que es muy pronto para hacer un análisis de su impacto. Para mí fue importante por dos motivos. Primero, porque me permitió completar el programa de doctorado de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Segundo, porque me abrió todo un programa de investigación que planeo continuar a lo largo de mi vida académica, el que me llevará a trabajar en varios proyectos.
Por citar a los tres más importantes: 1. En el principio de neutralidad del dinero de la Escuela de Chicago versus la no neutralidad del dinero de la Escuela Austríaca ; 2. En la noción de expectativas adaptativas o racionales versus la noción de expectativas subjetivas a la que ya han aportado Ludwig Lachmann allá por 1955 o el mismo Roger W. Garrison en su libro “Tiempo y dinero” de 2001; 3. En la teoría del ciclo económico real de Lucas versus la teoría austríaca del ciclo económico de Mises y Hayek.

MS: Hablemos del presente. Se dice que esta crisis es una demostración de lo que sucede cuando no se regula al mercado. ¿Estás de acuerdo con esta interpretación de los hechos?

AR: Para nada. No hay mercado más regulado que el monetario en el mundo actual. Hace poco, en un artículo que publiqué en Libertad Digital, con un poco de provocativa exageración, decía que el mercado monetario actual es similar a lo que Marx propuso en el Manifiesto Comunista. En definitiva, el gobierno, a través del sistema de banca central, controla la cantidad de dinero en circulación, el nivel de los tipos de interés, del tipo de cambio, de los encajes, y con ello, intenta planificar cuál es el nivel al que debe crecer la economía, o incluso cuál debe ser el nivel de empleo.
Creo que esta crisis es el producto de la “ignorancia ignorada” (como siempre dice Gabriel Zanotti) de la autoridad monetaria, que tiene la “fatal arrogancia” de practicar políticas sobre las que no puede conocer sus implicancias últimas.
Quizás para no repetir mi explicación sobre la crisis global, lo mejor sea remitir al lector al artículo “La crisis global, ¿un resultado de la excesiva regulación de los mercados?” que publicara en Materia Biz, de Clarín.

MS: Dos preguntas acerca del futuro. ¿En qué temas estás pensando trabajar próximamente? ¿Algún proyecto a largo plazo?

AR: Mi proyecto de largo plazo es el que comentaba antes sobre las tres áreas de la macroeconomía, resumidas en la no neutralidad del dinero, las expectativas subjetivas y la teoría austríaca del ciclo económico (que desde luego incluye la teoría del capital).
Pero en este momento estoy con algunos proyectos cortos, que intentaré cumplir antes de fin de año. Justo ahora me encuentro trabajando sobre el modelo de Garrison, en algunos aspectos que ya había estado trabajando en mi estancia en el Mises Institute. El segundo será la síntesis de la tesis doctoral, que recién comentaba. El tercero es un estudio sobre las causas de la crisis global actual. Esta investigación posiblemente me lleve el semestre, ya que en los últimos meses ha surgido una amplia literatura que deberé tomar en cuenta. John Taylor ha escrito un artículo empírico muy interesante, que muestra cuantitativamente los excesos de la Fed. El Cato Institute ha destinado un número completo de su Journal a este tema, donde han escrito varios analistas, destacándose Lawrence White.
Luego hay varios proyectos, pero uno que me ha surgido esta misma semana es desarrollar lo que sería la macroeconomía en el pensamiento de los clásicos. Es un proyecto ambicioso, pero sumamente necesario ya que es un tema cuyo tratamiento no considero correcto, y que es tratado en prácticamente todos los cursos de macroeconomía.
Me surgió gracias a la lectura (casi conjunta) del “Tratado de Economía Política” de Jean Baptiste Say y al libro “Macroeconomics” de Gregory Mankiw. Lo cierto es que todos los profesores de esta disciplina enseñan la macroeconomía de los Clásicos, pero pienso que una proporción muy chica se ha tomado el trabajo de leerlos. Lo que en la universidad se enseña sobre autores como Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill o el mismo Say, es una caricatura del pensamiento que estos pensadores nos legaron.
De hecho, la Escuela Austríaca puede leerse como una continuación de la economía política que desarrollaron los Clásicos. Nicolás Cachanosky escribió un muy buen artículo al respecto: “La Escuela Austríaca y la Tradición Clásica”. Resumiendo, creo que los “Nuevos Clásicos” deberían ser los austríacos, y no los pensadores de las expectativas racionales, que poco tienen que ver con aquella tradición de pensamiento.

MS: ¿Cómo ves el futuro de la Escuela Austríaca?

AR: Soy sumamente optimista. Pienso que la crisis global de 2008/ 2009 no sólo pone en duda las políticas económicas que se han venido practicando, sino también a todo el paradigma dominante. Los economistas no han podido determinar las causas de la crisis de Japón y hoy tampoco encuentran respuestas a la depresión americana. Pienso que la Escuela Austríaca sí puede ofrecer respuestas, lo que ha sido reconocido por el economista keynesiano Axel Leijonhufvud.

Que Paul Krugman y Paul Samuelson hagan sucesivas referencias críticas a Hayek o la Escuela Austríaca, no hace más que confirmar la relevancia que esta escuela está adquiriendo. El Ludwig von Mises Institute tiene mucho que ver en este desarrollo. Me han comentado que su sitio web (www.mises.org) es el segundo sitio web de economía más visitado del mundo, y allí uno encuentra la más amplia literatura de la Escuela Austríaca. Este instituto edita el Quarterly Journal of Austrian Economics, una revista académica donde uno puede observar los importantes avances de la Escuela. El mismo instituto, como comentaba antes, desarrolla un congreso al que asisten alrededor de doscientos jóvenes de todo el mundo, cada año. Y el movimiento se desarrolla también en otros países. En España por ejemplo, hoy se ofrece un programa Master Oficial en Escuela Austríaca, dirigido por el profesor Jesús Huerta de Soto, que recibe estudiantes de varios países de Europa. En Inglaterra, la LSE todavía coordina investigaciones a la luz de los escritos de Hayek . En Argentina, ESEADE se ha destacado formando economistas austríacos por más de dos décadas, los que hoy dirigen las principales empresas del país. La Fundación Hayek y Bases han organizado dos Congresos Internacionales donde han superando el centenar de asistentes, los que han llegado desde toda Latinoamérica. La Fundación Libertad acaba de crear el Centro Adam Smith para profundizar en los estudios de la Escuela Austríaca, y el Círculo Austriaco de Rosario, junto a la Fundación Bases, han logrado convocar a más de un centenar de estudiantes que hoy participan de un ciclo anual de conferencias.
Hace poco le hacía una entrevista a Rafael Beltramino, un “austríaco de Rosario”, quien ante esta misma pregunta me decía que se está desarrollando un nuevo mainstream, en el que la Escuela Austríaca, juega un rol preponderante. Pienso que su pronóstico es acertado. Pienso que hoy Hayek ya forma parte del mainstream, y poco a poco, el resto de los austríacos destacados también requerirán ser citados por los especialistas en cada campo.

MS: Y para terminar. ¿Por qué le aconsejarías a un estudiante de economía que estudie el pensamiento de los austríacos?

AR: Porque espero que encuentren en esta Escuela lo que encontré yo, que es una explicación de cómo funciona el mundo. Pienso que el economista debe abandonar los modelos agregados, de equilibrio general o parcial, y dar lugar a nuevos modelos, desagregados, y en desequilibrio. Coincido con Hayek cuando afirma que la economía matemática nos ha dejado con al menos dos o tres generaciones enteras perdidas de economistas. Su artículo de 1945, sobre “El uso del conocimiento en la sociedad” explica correctamente cuál es el problema económico. Si el problema está mal planteado, los esfuerzos van por el camino equivocado, y contribuyen en poco a mejorar el nivel de vida de la gente.
Desde luego hay economistas que no son austríacos, y que, sin embargo, han aportado mucho a las ciencias económicas, como James M. Buchanan, Ronald Coase, Douglass North, y hasta el mismo Milton Friedman, quien ha contribuido en detener los procesos inflacionarios en las décadas de 1970 y 1980. Pero los filósofos de la Escuela Austríaca, tienen otras cosas que ofrecer, que el economista, al menos hoy, no aprende en la universidad, y no aprenderá de otros economistas. Que el problema económico es de conocimiento, sobre qué producir, cómo producirlo, cuándo producirlo. Que dicho conocimiento está disperso en la mente de distintas personas y que la información no es accesible para el gobierno. Que los precios comunican información y coordinan los procesos espontáneos de mercado, que hacen posible que hoy nos beneficiemos de un mayor bienestar, gracias a complejísimos procesos de producción en el que intervienen millones de individuos. Que en esos procesos de producción el empresario cumple un rol central. Que presta atención al vínculo entre la economía y el derecho, dando preponderancia a los derechos de propiedad, y otorgando al Estado un rol central en el cuidado de esos derechos. Que las fallas de mercado no son fallas, sino características del mercado que desde luego no es perfecto. Que los bienes públicos y las externalidades no son argumentos útiles para fundamentar la acción del estado. Que los monopolios sólo existen cuando el pseudo-empresario se une al estado, y éste último le garantiza al primero barreras a la entrada a potenciales competidores. Que la competencia es el único medio para aumentar el nivel de vida de la gente, reduciendo precios, y aumentando la calidad de los bienes y servicios que se ofrecen en el mercado. Que el gasto público siempre requiere de alguna fuente de financiamiento, por lo que implica quitar a unos lo que les corresponde para darle a otros lo que no les corresponde. Que el dinero es un medio de intercambio y que su expansión artificial no genera riqueza ni resuelve problemas. Que la inflación, entendida como suba de precios, tiene siempre una causa monetaria y que es un fenómeno creado por el gobierno. Que los ciclos económicos no son propios de la inestabilidad del sistema capitalista, sino fruto de aplicar políticas económicas equivocadas. Que la única forma de emprender un proceso de crecimiento económico genuino es aumentando el ahorro, y renunciando a la política monetaria y crediticia, así como a crear rigideces en el mercado laboral. Que los precios máximos provocan escasez. Que los salarios mínimos crean desempleo. Que los aranceles protegen a un pseudo-empresario, o a una industria completa, a expensas del consumidor que tiene que pagar mayores precios por los productos o servicios que demanda, además de recibir peor calidad. Que la devaluación, así como toda política que destruya la moneda, no es un medio para ganar competitividad.
Que en definitiva, la única forma de resolver nuestros problemas es a través de la educación. Y que los ministerios que la regulan están haciendo mucho daño hacia la institución de la cual sobrevendrán las soluciones a todos nuestros males, y no me refiero solamente al campo de la economía.

* Entrevista publicada originalmente en la Revista Digital Orden Espontáneo de Agosto.

Desayuno de Trabajo: El Enfoque Retórico en la Economía

septiembre 7, 2009

Desayuno Rafael

Nuevo Blog «Procesos de Aprendizaje»

septiembre 2, 2009

Ángel Martín Oro ha creado un nuevo blog que recomendamos visitar. Él nos dice:

Básicamente, el propósito de esto es llevar un seguimiento de los artículos que voy publicando, además de enlazar y comentar artículos e ideas de otros que me llamen la atención. En lo que vaya evolucionando en el futuro es algo difícilmente predecible.

“Since the essence of real time includes novelty and causal efficacy, the future cannot be logically derived from the present because the former has not yet been created” (p.65) en ‘THE ECONOMICS OF TIME AND IGNORANCE’, de Mario Rizzo y Gerald O’Driscoll

Imagino que en un principio echaré mano de artículos pasados que me llamen la atención o que simplemente me apetezca postear.

Relacionado con el título y subtítulo del blog, he aquí otra cita maravillosa del mismo libro (aunque he de decir que se me ocurrió antes de leer esta cita):

“The competitive market process is a never-ending learning process… Error is part of the very market process itself, part of the stimulus to further adjustments” (p. 126)

http://amartinoro.wordpress.com/