Archive for abril 2009

Curso: Introducción a los Pensadores Clásicos de la Libertad

abril 28, 2009

 

Curso: Introducción a los pensadores clásicos de la libertad.

 

Objetivos del Curso:

 

          Que los cursantes entren en un contacto básico pero intenso con los pensadores generalmente aceptados como más representativos de la defensa de la libertad. Esto incluirá fundamentalmente pensadores modernos y algunos contemporáneos, y la crítica que estos autores han recibido especialmente desde la llamada “posmodernidad”.

 

          Que también descubran el aporte fundamental al mundo de las ideas y a la praxis política que estos autores han realizado.

 

Metodología del dictado: Exposición en diálogo con los cursantes.

 

Días de cursada: lunes de 16.00 a 18.00 hs.

 

Cantidad de reuniones: 8 clases.

 

Comienzo: Lunes 11 de Mayo.

 

Puntos a desarrollar:

 

          Introducción a la Edad Moderna. Locke y Montesquieu.

 

          La llamada “Ilustración Escocesa”. Adam Smith, con especial énfasis en su “Teoría de los sentimientos morales”.

 

          EE.UU. Los “Padres Fundadores” y los papeles del “Federalista”.

 

          John Stuart Mill.

 

          Juan Bautista Alberdi. Fundamentos filosófico-políticos de la Constitución de 1853.

 

          Max Weber y Karl Popper

 

          La Escuela de Vienna ( Ludwig von Mises y Friedrich A. von Hayek)

 

          El debate entre John Rawls y Robert Nozick.

 

Profesores:

 

Dr. Marcelo Tacconi. MDA (Univ. Austral) y Abogado (UCA). Profesor de Historia del Pensamiento Político y Teoría del Estado en diversas Universidades de nuestro medio.

 

Walter Castro

Contador Publico. Master en Administración de Empresas (CEMA) Master en Economía y Administración (ESEADE). Director académico de Escuela de Negocios de Fundación Libertad. Profesor universitario.

 

Rafael Beltramino

CPN. Master en Epistemología e Historia de las Ciencias. Profesor Universitario de UCEL y de la Escuela de Negocios de Fundación Libertad.

 

Juan Sebastián Landoni

Licenciado en Economía (UNR) Master en Economía (ESEADE). Doctorado en Economía (ESEADE) en curso. Docente e investigador universitario.

 

 

 

 

Informes e inscripción:

La inscripción tiene un costo de $50* y puede realizarse en nuestra sede (Mitre 170, Rosario), telefónicamente al 0341-4105000 o vía e-mail a centroadamsmith@gmail.com

 

 * Socio Estudiante Fundación Libertad sin cargo.

 

¿Gasto público = Gasto privado?

abril 21, 2009

 

 

¿Es equivalente todo el gasto realizado?

 

Por Mario Rizzo*

Y el gasto público es tan bueno como cualquier otro”. Brad DeLong parece pensar eso. Pero la idea es sólo convincente porque esta ha sido repetida muchas veces y porque es una “verdad” políticamente conveniente.  

Pienso que todos estarían de acuerdo en que tenemos una compleja economía. Existe una vasta e intrincada división del trabajo, especialización de la industria, e interdependencias de alto orden. Pero hay más. La división del trabajo es complementada por una división social del conocimiento y su correspondiente “división del capital”. El capital no es una masa homogénea ni la inversión es simplemente una adición homogénea a esa masa. Los bienes de capital específicos están dispuestos en agrupamientos complementarios. Estos experimentan cambios constantemente en respuesta a condiciones locales. Sin embargo, bajo extraordinarias circunstancias, cuando la dirección de la producción ha sido distorsionada durante muchos años por políticas de tipos de interés excesivamente bajos, existen muchos agrupamientos de capital inapropiados dentro y entre las industrias.

Entonces cuando DeLong, entre otros, dice que el gasto público es tan bueno como el privado para restablecer el empleo, está hablando en contra de toda la idea central del principio de la asignación eficiente de recursos. La esencia[1] de nuestro problema recesionario no es la caída en la demanda agregada y la falta de confianza en los negocios que acompaña a esta. Primero, es la mala asignación de recursos producida por riesgos tomados excesivamente y por una excesiva expansión de los sectores sensibles a la tasa de interés (estos fueron generados por tipos de interés excesivamente bajos durante los últimos años). Segundo, es la incertidumbre que es natural al descubrimiento de combinaciones de recursos más apropiadas. Tercero, es la incertidumbre endógena creada por los esporádicos estímulos, salvatajes y políticas monetarias poco claras.

Cuando el gobierno aumenta la inversión como resultado de estímulos fiscales o expansión monetaria dirigida (como comprar títulos respaldados por hipotecas, préstamos a estudiantes, etc.) no actúa como un súper-empresario que está tratando de determinar la dirección eficiente y sustentable de los recursos, incluyendo la asignación de bienes de capital. Gasta según criterios de creación de trabajo económicamente irrelevantes, apuntalando sectores sobre expandidos, y evitando ajustes políticamente dolorosos.

Dicho gasto es contraproducente en el mediano y largo plazo. Es además insostenible (una vez que el estímulo termine) ya que este no es consistente con las preferencias de los consumidores-ahorristas-inversores.

Estas consideraciones nos dicen que el gasto público no es de la misma forma tan bueno como el privado. Argumentar de otra manera, sugiero, es una marca de un error económico básico.

 

* Fuente: http://thinkmarkets.wordpress.com/2009/04/18/is-all-spending-created-equal/

 

Este artículo es publicado con la debida autorización del autor.

 

Traducción: Matías Spelta

 

Recomiendo la lectura de los comentarios escritos en el post original. Mario Rizzo y Brad DeLong han continuado el debate.


[1] Cursivas en el original

Una Protesta de un Microeconomista

abril 15, 2009

 

 

Por Mario Rizzo[i] [ii] – Abril del 2009

                    

La visión keynesiana del mundo parece haber llevado a una creciente estridencia y dogmatismo sobre los estímulos económicos, lo cual ha dominado los titulares por varios meses. Solía existir un chiste sobre que uno puede enseñarle economía a un loro –  todo lo que él necesita decir es “oferta y demanda”. Ahora es incluso más fácil enseñarle a un loro las prescripciones de políticas para prevenir una seria recesión: todo lo que necesita decir es “estímulo”.

Las cosas se han puesto tan mal que el mínimo disenso no puede ser tolerado. La canciller alemana Angela Merkel fue severamente criticada por no estar de acuerdo, por lo menos en el requisito de grado, con el consenso sobre el estímulo. Ella sobresalía como “Frau Nein” (señora No) hasta que adhirió al resto aceptando un paquete “moderado”.

No soy un macroeconomista. Ni siquiera soy un economista financiero. Una buena parte de mi respuesta al problema económico y financiero actual puede parecer que vaya a contracorriente con lo que la mayoría de los comentaristas están diciendo. Sin embargo, creo que es importante.

Irracionalidad Colectiva

 

El marco de pensamiento macroeconómico es bastante peculiar. En el nombre de la emergencia, esta manera de pensar deja de lado la mayoría de los asuntos relativos a la eficiente asignación de los recursos y pone casi toda la atención en mantener niveles de gasto y empleo. El supuesto implícito es que el problema central es una irracionalidad colectiva que inhibe a las personas de gastar en consumo o inversión. La raíz del problema central, concebida desde esta forma de pensar, es el colapso financiero inicial. Esto implicó un efecto domino en el cual el colapso del mercado inmobiliario y de los títulos respaldados por hipotecas, empacados de muchas complejas maneras, minaron la liquidez e incluso la solvencia de muchas instituciones financieras. Fue comprometida la habilidad del sistema de proveer crédito y por lo tanto gasto, a pesar de que, al momento de escribir esto, la reducción del crédito bancario disponible ha sido relativamente pequeña.

Por lo tanto nos dicen que la solución reside en volver al status quo anterior. Restablecer la condición de las instituciones financieras – quizás mediante la compra de activos tóxicos o quizás inyectando capital a las instituciones. Restablecer las condiciones del mercado inmobiliario haciendo que la Reserva Federal y/o el Tesoro compre/n los títulos hipotecarios de Fannie y Freddie, y así enviar capital a dicho mercado y lograr bajar los tipos de interés de las hipotecas. Restablecer la condición de industrias con gran número de empleados y otras dependientes de ellas indirectamente (hasta ahora, la industria automotriz califica). En general, restablecer el patrón de gasto que prevalecía antes de la crisis.

Reconozco que ningún economista cree que es posible una completa restauración a la previa situación, pero la filosofía básica es clara. Una vez que los agentes crean que ocurrirá algo como esto, será restablecida la confianza.

 

La cuestión crítica es esta: ¿La situación actual – provocada por niveles insostenibles de crédito hipotecario y producción en la industria de la vivienda como así también en otras áreas sensibles a los tipos de interés- se ha distanciado tanto de su causa inicial que no tenemos que preocuparnos más por esta previa mala asignación de capital? En otras palabras, es ahora la corrección de la causa irrelevante para la cura?

Estímulo ex Machina

Para descubrir la respuesta a esta pregunta, retrocedamos un poco. Debemos entender los roles respectivos de causas y los efectos de reacción. Este es el argumento “keynesiano”. Supongamos que una caída o un colapso en los mercados X, Y, y Z causa F (una debacle financiera). Algo de esto es producido por el desapalancamiento, y otro poco es el resultado de la caída en la confianza en, digamos, la solvencia entre contrapartes. Hay una falta general de claridad acerca del valor de los recursos e instrumentos financieros. El futuro comienza a verse radicalmente incierto más que simplemente riesgoso. Un colapso en la confianza entonces contribuye a una caída en la producción y el empleo en áreas muy alejadas del estallido de la burbuja inicial. El proceso no es algo amortiguado sino explosivo en ausencia de “deus ex machina”[iii] – esto es, intervención fiscal o monetaria.

Ahora imaginemos una cura que ignore la mala asignación de recursos original hasta el punto de tratar al colapso en estos mercados como si se hubiera debido principalmente a alguna pérdida exógena de confianza. La Reserva Federal decide, como en realidad lo ha hecho, comprar títulos respaldos por hipotecas, causando que el crédito se vuelva disponible en el mercado de la vivienda a menores tipos de interés. Esto además causa que el precio de las viviendas pare de caer y empiece a subir. ¿Cuando parará la Reserva Federal esta inyección de nuevo dinero creado, y por consiguiente, un aumento relativo de recursos dentro del mercado de la vivienda? Supongo que debería parar cuando el sector sea llevado a un nivel que sea simplemente una corrección del exceso previo. En otras palabras, la Reserva Federal debería prevenir el declive adicional de carácter irracional debido a los efectos de “reacción”.

¿Dónde está el punto de reacción apropiado? Dudo que alguien lo sepa. Considere lo que significa conocerlo. Los planificadores deberían tener que conocer el set de precios de las viviendas correspondiente al funcionamiento normal del mercado de la vivienda. Esto sería, los precios que habrían prevalecido si el mercado no hubiese sido sobreexpandido. Sin embargo, no correspondería simplemente al promedio de valores recientes porque el mercado de la vivienda ha sido sobreexpandido por mucho tiempo. Recientemente, dos economistas han intentado estimar estos precios (“First, Let’s Stabilize Home Prices,” por R. Glenn Hubbard y Chris Mayer, Wall Street Journal, 2 de octubre del 2008). Desafortunadamente su intento utiliza la misma extrapolación de experiencia histórica que parece haber dado tan malos resultados en la evaluación del riesgo asociado con los derivados y títulos respaldados por hipotecas. No obstante, aún más importante, busca determinar precios de mercado normales en ausencia de un mercado funcionando libremente.

Supongamos, sin embargo, que la Reserva Federal es realista y admite que no sabe. Entonces simplemente tratará de llevar al mercado inmobiliario (y otros mercados similares sensibles a las tasas de interés) a un punto donde la producción general y el empleo son considerados en niveles no recesivos. El nivel estantard, hablando de manera práctica, será el status quo anterior. Esto es por la falta de una guía teorética- empírico discutida más arriba y porque diversos sectores, apoyados por diferentes grupos de presión poderosos políticamente, no estarán satisfechos hasta que sea de forma completa el restablecimiento de su situación. En este punto, nos quedaríamos con la asignación insostenible de los recursos más o menos que había antes. Esta configuración es insostenible porque, como la burbuja original reveló, no era consistente con las preferencias de consumidores-ahorristas-inversores.

Por qué no funcionará

Por consiguiente, tanto el diagnóstico como la cura propuesta de la macroeconomía convencional ignoran factores microeconómicos o estructurales muy importantes, incluyendo los siguientes:

1. La “irracionalidad” no está fundamentalmente en la respuesta del sistema al impulso financiero inicial, sino en primer lugar, en la expansión insostenible del mercado de la vivienda y otros mercados de capital. No son creíbles los planes para apuntalar el mercado inmobiliario como si su contracción es algo así como una desafortunada sobrereacción. Demasiados recursos fueron hacia el mercado inmobiliario debido a la política de bajos tipos de interés bajos orquestada por la Reserva Federal por mucho tiempo. A pesar de que los precios de la vivienda han caído recientemente en muchos mercados, necesitan caen incluso más. Debería permitirse que los mercados se equilibren.

2. El equilibrio en el mercado de la vivienda traería mayor transparencia al valor de las títulos respaldos por hipotecas. La falta de certeza sobre los precios de la vivienda y el resultante aumento de ejecuciones hipotecarias sólo logra agregar a los problemas circundantes, la iliquidez de estos títulos.

3. Las inyecciones de capital por parte del gobierno con el propósito de restablecer el status quo anterior ignoran los hechos: Fannie and Freddie se sobreexpandieron, la industria automotriz doméstica es destructora del escaso capital, algunas empresas financieras hicieron un pobre trabajo distribuyendo el riesgo, los bancos extendieron préstamos, bajo la presión del gobierno, a gente que no debería ser propietaria de viviendas, y mucho más. Los recursos fueron mal asignados.

La Confianza viene después de la Correción

Las recesiones no son simplemente crisis de confianza o de demanda insuficiente (debido a incrementos en la demanda de dinero para atesorar). También tienen aspectos – microeconómicos – relativos a la asignación. Sugiero que estas distorsiones sistemáticas tienen un rol importante en la creación del fenómeno agregado que estamos observando. Es un error tratar estas distorsiones y su cura como si fueran relativamente poco importantes. La confianza de los inversores de largo plazo y consumidores viende después de la corrección de las subyacentes distorsiones causativas y no es que la precede. De hecho, el esquema de políticas macroeconómicas dominante no deja lugar en absoluto a la corrección de las distorsiones porque su propósito básico es restablecer, apuntalar, y mantener la actual asignación de los recursos.

 

El programa macroeconómico de las administraciones de Bush y Obama, aprobados apresuradamente, no tendrán éxito en promover una recuperación sostenible en el tiempo porque ignora los fundamentos microeconómicos. La dirección del gasto y por lo tanto la asignación de recursos que genera es inestable – no es consistente con las preferencias de consumidores, ahorristas e inversores. Por consiguiente, una vez que el supuestamente temporario estímulo sea completado, las fuerzas correctivas que ahora están tratando de deshacer la anterior mala asignación de los recursos, volverán a relocalizar los recursos. 

En un plazo más largo, la amenaza de una inflación significativa se incrementará. ¿Después de que el Tesoro de los EEUU haya destinado los billones adicionales de dólares a deuda nacional (al menos un billón de la respuesta de George W. Bush a la crisis y un mínimo de uno más de la respuesta de Obama) y la Reserva Federal haya completado de expandir su balance general (de este modo creando nuevo dinero) en algunos billones más, qué pasará? ¿El gobierno federal abolirá los programas de estímulo, subirá los impuestos para pagar los incrementos de la deuda nacional (o incluso para servir la deuda) y cortará los programas de ayuda social? Las comunidades beneficiadas que sean beneficiadas por el gasto del estímulo se resistirán.  ¿La Reserva Federal empezará una política de contracción monetaria para absorber los excesos de dinero que creó en el nombre de la emergencia? Eso subiría los tipos de interés y el costo de servir a la gigantesca deuda nacional. Lo que es probable es que veamos un efectivo rechazo a buena parte de la deuda nacional a través de la inflación. La tentación de inflar para salir de este lío será más que irresistible. Las consecuencias económicas de la “cura” será peores que la enfermedad.   

 

Fuente: http://www.thefreemanonline.org/uncategorized/a-microeconomists-protest/

[i] Mario Rizzo es profesor asociado de economía y co-director del Programa de Economía Austríaca en la Universidad de Nueva York.

[ii] Son bienvenidas las críticas y comentarios al trabajo de traducción. Por favor enviar los mismos a centroadamsmith@gmail.com (los comentarios en la página los dejamos para discutir el artículo)

[iii] Nota del traductor: “deus ex machina”: (en técnica literaria) recurso o evento artificial/ improbable introducido para resolver un argumento. Ver: http://es.wikipedia.org/wiki/Deus_ex_machina


El gobierno nos está llevando a la próxima recesión

abril 7, 2009

 

 

 

Por John Stossel

 

Si un atleta se lesiona y sufre un gran dolor, reconocemos la falta de previsión de darle calmantes para que pueda continuar. El dolor puede ser tapado, pero al riesgo de una lesión más grave en el futuro.

Esa es una buena analogía de las políticas inflacionistas llevadas a cabo en este momento por Washington. Estas políticas puede que temporalmente “estimulen la economía”, pero también ocultan y agravan los problemas subyacentes. Todos pagaremos un serio precio.

 

Los hacedores de políticas no han pensado las consecuencias de sus acciones. De manera despreocupada nos tiran cifras de doce dígitos. A fines del año pasado,  después de que el por aquel entonces Secretario del Tesoro Henry Paulson cambió el rumbo – otra vez – y anunció que la Reserva Federal asignaría $800 mil millones más en “nuevas compras de préstamos y deuda”, el New York Times informó que, “la Reserva Federal y los oficiales del Tesoro dejaron en claro que el cielo era el límite”

La partida federal de fondos hasta esa fecha era de más de $7 billones.

La Reserva Federal se ha rendido en el intento de facilitar el préstamo interbancario.  Ahora, el Times informa, “está directamente subsidiando las tasas de créditos hipotecarios”… mediante la emisión de cantidades de dinero sin precedentes, las cuales eventualmente crearían presiones inflacionarias si esto fuera a continuar sin moderación.”

No es broma.

Cuando escuchamos que el Tesoro de los EEUU está haciendo esto o que la Reserva Federal está haciendo lo otro, debemos recordar que estos organismos están administrados por simples mortales, y como tales, no pueden saber como “arreglar” algo tan complejo como una economía. Sin embargo, ciertamente están capacitados para estropear una.

Eso es lo que hará su política inflacionaria.

En un mercado libre, los precios hacen más que decirnos lo que tenemos que pagar por las cosas. Ellos son mensajes emitidos por un complicado sistema de comunicaciones que nos informa sobre las escaseses relativas de los recursos, mano de obra y bienes de consumo, y la relativa intensidad de la demanda de los consumidores. Gracias a los precios, podemos decirles a los productores como ordenamos nuestras preferencias, y ellos a su vez pueden acomodar la producción de forma acorde a nuestras prioridades. Sin precios, es imposible la coordinación económica, razón por la cual el intento estatal de planificación produce, en palabras de Ludwig von Mises, “caos planeado”

Asociamos la inflación con un aumento en el nivel de precios, pero igualmente importante, los precios relativos cambian cuando es creado nuevo dinero. Eso distorsiona los mensajes. Como escribe Mises, “la cantidad adicional de dinero no llega al principio a los bolsillos de todos los individuos;… los cambios en los precios, que son el resultado de la inflación, empiezan sólo en algunos commodities y servicios… Se produce una modificación de la riqueza y el ingreso entre diferentes grupos sociales”.

La Reserva Federal le da dinero a AIG o CitiCorp, pero no a Lehman Brothers, o vos y yo. Las nuevas reservas bancarias además empujan la tasa de interés por debajo de lo que hubiera establecido el mercado, distorsionado la producción aún más porque fomenta planes de inversión basados en tipos de interés artificialmente bajos.

¿Cómo puede mejorar la economía si el gobierno la está distorsionando sistemáticamente interfiriendo en los precios?

Estamos en este lío precisamente por anteriores interferencias gubernamentales.  Facilidades en los contratos de hipotecas y garantías idearon un auge artificial de viviendas y un otorgamiento irresponsable de préstamos que no podía ser sostenido. Las consecuencias han debilitado los cimientos de la industria financiera. Pero en lugar de liberar al mercado y permitir que se corrijan los errores, el gobierno está llevando a la economía hacia un completamente nuevo conjunto de errores. Eso llevará a la siguiente recesión.

“¿Pero no tiene que actuar el gobierno?” La gente pregunta. ¡No podemos simplemente dejar quebrar a las compañías financieras!

Yo digo, “¿Por qué no?”

Jim Rogers, el exitoso inversor y escritor, lo dice bien: “¿Por qué rescatamos al Citibank? ¿Por qué 300 millones de estadounidenses tienen que pagar los errores de Citibank? La forma en que el sistema supuestamente debería funcionar es esta: las personas fallan. Y luego la gente competente asume el cargo de los activos de la gente que se equivocó, y luego empezamos de nuevo con una base nueva y más fuerte. Lo que estamos haciendo esta vez es… tomando los activos de la gente competente, dándoselos a la gente incompetente, y diciendo, ‘OK, ahora puedes competir con la gente competente’. Entonces todos quedan debilitados: la nación entera se debilita, toda la economía se debilita. Esa no es la forma en que se supone debería funcionar”. 

 

Fuente: http://www.thefreemanonline.org/columns/give-me-a-break/government-sets-us-up-for-the-next-bust/

La Importancia de los Fracasos

abril 2, 2009

 

Por Tyler A. Watts*.

 

Hay mucha discusión por estos días acerca de los rescates. ¿Son necesarios? ¿Son justos? Digo que no a las dos preguntas. Sin embargo, muchos economistas, políticos, y hombres de negocios nos dicen que los rescates son necesarios para prevenir un colapso económico catastrófico. Sin hacer comentarios sobre la justicia de los rescates, ellos nos advierten que estaremos viviendo un sufrimiento económico masivo si nos apartamos y dejamos que los mercados sigan su curso. Ellos afirman que los rescates pueden detener este sufrimiento, y restablecer el orden y calmar la economía.

 

No compro la predicción de la gente pro-rescates de un inminente caos económico. ¿Pero qué pasa si tienen razón? ¿Qué pasa si el sufrimiento de corto plazo que nos espera es simplemente demasiado terrible para soportar si no empezamos a rescatar las industrias claves? Después de todo, estamos hablando de desempleo masivo, una nueva ola de ejecuciones hipotecarias, una economía achicándose – en una palabra, recesión. Si el funesto pronóstico de los rescatadores es correcto, seríamos estúpidos si no lo hiciéramos; seríamos como un castor atrapado en una trampa: muriendo lentamente, pero sin tener el valor de arrancarse la pata a mordiscos para escapar.

 

El capitalismo depende de tres altamente complementarias, pero bien diferenciadas, instituciones: precios, propiedad y “ganancias y pérdidas”. Los economistas liberales clásicos han demostrado el rol esencial de estos pilares de la prosperidad por siglos. Estas instituciones fundamentales de la economía de mercado son como las patas de un banco. Si gradualmente debilitamos una pata, eventualmente haremos caer el banco – colapso económico.

 

Visto así, las implicancias de los rescates son claras. Los rescates están diseñados para aislar a la gente de los efectos de las malas decisiones. Cuando los precios de mercado cambian dramáticamente, exponiendo las pobres elecciones de inversión del ayer, los salvatajes vienen “al rescate”, prometiéndole a aquellos que nos dejaron cargando el muerto que no tendrán que soportar el costo total de sus errores.

 

Pero debemos darnos cuenta, como siempre se pone en letra chica, que los precios están sujetos a cambios. El cambio es una característica definitoria de los mercados. Los empresarios hacen dinero tratando de encontrar precios “equivocados” y haciendo apuestas sobre la dirección en la que precios particulares se moverán en el futuro. Los empresarios exitosos, que correctamente anticipan los cambios en los precios, son recompensados con ganancias. Los empresarios equivocados, que hacen un pobre trabajo estimando el movimiento de los precios, son penalizados con pérdidas. Esta es la esencia del proceso del mercado.

 

Los salvatajes, entonces, intentan borrar los efectos de las pérdidas, o fracasos económicos. Pero dichos esfuerzos inevitablemente socavan el desdeñado aspecto de las “ganancias y pérdidas”. Ganancias y pérdidas van juntas, como arriba y abajo, izquierda y derecha, bueno y malo. Si tratamos de eliminar las pérdidas, acabaremos diluyendo el significado de las ganancias. Después de todo, por qué luchar por ganancias, si el Tío Sam cubre tus pérdidas con un rescate? ¿Por qué trabajar duro para competir y tener éxito si en lugar de eso simplemente puedes pedir una limosna”? Los rescates destruyen el motivo de las ganancias – y todos los beneficios de una economía competitiva

 

Además, existe una gran ironía con los rescates. La única razón por la que podemos darnos el lujo de hablar de rescates es la riqueza acumulada provocada por siglos de capitalismo.

 

Mucho tiempo atrás, nunca se escuchaba de los rescates, el fracaso significaba hambre, quizás la muerte. Considere al hombre de las cavernas: el jefe de la tribu de Ug no podía darse el lujo de decir, “es ok Ug no matar ciervo esta semana. No ser culpa de Ug. La tribu sacará del apuro a Ug”.

 

Si quiere que su tribu pueda mantenerse, el jefe debe decir, “Ug no matar ciervo: la familia de Ug pasar hambre”.

 

Pero el hombre moderno vive en un mundo de comparativa abundancia. Si Doug es despedido a causa de una recesión, tendrá que encontrar un nuevo trabajo y quizás ajustar su cinturón. Pero Doug no pasa hambre en nuestra economía, y hay amplias oportunidades para que él se ajuste a los cambios económicos. Sí, Doug sufrirá algo durante la transición, pero el dolor de corto plazo lo guiará hacia más productivas, exitosas decisiones.

 

El fracaso no es nada divertido, pero sí enseña lecciones esenciales. No deberíamos perdernos esas lecciones simplemente porque pensamos que podemos darnos el lujo de rescatar a las personas. En lugar de tratar de hacer desaparecer los fracasos mediante salvatajes, debemos dejar trabajar a los mercados, dejar que las quiebras sigan su curso, y como consecuencia aprender algo de ello.

 

 

 

Fuente: http://mises.org/story/3321

 

 

Traducción: Matías Spelta

 

 

* Estudiante de Economía de la Universidad George Mason