Por Mario Rizzo[i] [ii] – Abril del 2009
La visión keynesiana del mundo parece haber llevado a una creciente estridencia y dogmatismo sobre los estímulos económicos, lo cual ha dominado los titulares por varios meses. Solía existir un chiste sobre que uno puede enseñarle economía a un loro – todo lo que él necesita decir es “oferta y demanda”. Ahora es incluso más fácil enseñarle a un loro las prescripciones de políticas para prevenir una seria recesión: todo lo que necesita decir es “estímulo”.
Las cosas se han puesto tan mal que el mínimo disenso no puede ser tolerado. La canciller alemana Angela Merkel fue severamente criticada por no estar de acuerdo, por lo menos en el requisito de grado, con el consenso sobre el estímulo. Ella sobresalía como “Frau Nein” (señora No) hasta que adhirió al resto aceptando un paquete “moderado”.
No soy un macroeconomista. Ni siquiera soy un economista financiero. Una buena parte de mi respuesta al problema económico y financiero actual puede parecer que vaya a contracorriente con lo que la mayoría de los comentaristas están diciendo. Sin embargo, creo que es importante.
Irracionalidad Colectiva
El marco de pensamiento macroeconómico es bastante peculiar. En el nombre de la emergencia, esta manera de pensar deja de lado la mayoría de los asuntos relativos a la eficiente asignación de los recursos y pone casi toda la atención en mantener niveles de gasto y empleo. El supuesto implícito es que el problema central es una irracionalidad colectiva que inhibe a las personas de gastar en consumo o inversión. La raíz del problema central, concebida desde esta forma de pensar, es el colapso financiero inicial. Esto implicó un efecto domino en el cual el colapso del mercado inmobiliario y de los títulos respaldados por hipotecas, empacados de muchas complejas maneras, minaron la liquidez e incluso la solvencia de muchas instituciones financieras. Fue comprometida la habilidad del sistema de proveer crédito y por lo tanto gasto, a pesar de que, al momento de escribir esto, la reducción del crédito bancario disponible ha sido relativamente pequeña.
Por lo tanto nos dicen que la solución reside en volver al status quo anterior. Restablecer la condición de las instituciones financieras – quizás mediante la compra de activos tóxicos o quizás inyectando capital a las instituciones. Restablecer las condiciones del mercado inmobiliario haciendo que la Reserva Federal y/o el Tesoro compre/n los títulos hipotecarios de Fannie y Freddie, y así enviar capital a dicho mercado y lograr bajar los tipos de interés de las hipotecas. Restablecer la condición de industrias con gran número de empleados y otras dependientes de ellas indirectamente (hasta ahora, la industria automotriz califica). En general, restablecer el patrón de gasto que prevalecía antes de la crisis.
Reconozco que ningún economista cree que es posible una completa restauración a la previa situación, pero la filosofía básica es clara. Una vez que los agentes crean que ocurrirá algo como esto, será restablecida la confianza.
La cuestión crítica es esta: ¿La situación actual – provocada por niveles insostenibles de crédito hipotecario y producción en la industria de la vivienda como así también en otras áreas sensibles a los tipos de interés- se ha distanciado tanto de su causa inicial que no tenemos que preocuparnos más por esta previa mala asignación de capital? En otras palabras, es ahora la corrección de la causa irrelevante para la cura?
Estímulo ex Machina
Para descubrir la respuesta a esta pregunta, retrocedamos un poco. Debemos entender los roles respectivos de causas y los efectos de reacción. Este es el argumento “keynesiano”. Supongamos que una caída o un colapso en los mercados X, Y, y Z causa F (una debacle financiera). Algo de esto es producido por el desapalancamiento, y otro poco es el resultado de la caída en la confianza en, digamos, la solvencia entre contrapartes. Hay una falta general de claridad acerca del valor de los recursos e instrumentos financieros. El futuro comienza a verse radicalmente incierto más que simplemente riesgoso. Un colapso en la confianza entonces contribuye a una caída en la producción y el empleo en áreas muy alejadas del estallido de la burbuja inicial. El proceso no es algo amortiguado sino explosivo en ausencia de “deus ex machina”[iii] – esto es, intervención fiscal o monetaria.
Ahora imaginemos una cura que ignore la mala asignación de recursos original hasta el punto de tratar al colapso en estos mercados como si se hubiera debido principalmente a alguna pérdida exógena de confianza. La Reserva Federal decide, como en realidad lo ha hecho, comprar títulos respaldos por hipotecas, causando que el crédito se vuelva disponible en el mercado de la vivienda a menores tipos de interés. Esto además causa que el precio de las viviendas pare de caer y empiece a subir. ¿Cuando parará la Reserva Federal esta inyección de nuevo dinero creado, y por consiguiente, un aumento relativo de recursos dentro del mercado de la vivienda? Supongo que debería parar cuando el sector sea llevado a un nivel que sea simplemente una corrección del exceso previo. En otras palabras, la Reserva Federal debería prevenir el declive adicional de carácter irracional debido a los efectos de “reacción”.
¿Dónde está el punto de reacción apropiado? Dudo que alguien lo sepa. Considere lo que significa conocerlo. Los planificadores deberían tener que conocer el set de precios de las viviendas correspondiente al funcionamiento normal del mercado de la vivienda. Esto sería, los precios que habrían prevalecido si el mercado no hubiese sido sobreexpandido. Sin embargo, no correspondería simplemente al promedio de valores recientes porque el mercado de la vivienda ha sido sobreexpandido por mucho tiempo. Recientemente, dos economistas han intentado estimar estos precios (“First, Let’s Stabilize Home Prices,” por R. Glenn Hubbard y Chris Mayer, Wall Street Journal, 2 de octubre del 2008). Desafortunadamente su intento utiliza la misma extrapolación de experiencia histórica que parece haber dado tan malos resultados en la evaluación del riesgo asociado con los derivados y títulos respaldados por hipotecas. No obstante, aún más importante, busca determinar precios de mercado normales en ausencia de un mercado funcionando libremente.
Supongamos, sin embargo, que la Reserva Federal es realista y admite que no sabe. Entonces simplemente tratará de llevar al mercado inmobiliario (y otros mercados similares sensibles a las tasas de interés) a un punto donde la producción general y el empleo son considerados en niveles no recesivos. El nivel estantard, hablando de manera práctica, será el status quo anterior. Esto es por la falta de una guía teorética- empírico discutida más arriba y porque diversos sectores, apoyados por diferentes grupos de presión poderosos políticamente, no estarán satisfechos hasta que sea de forma completa el restablecimiento de su situación. En este punto, nos quedaríamos con la asignación insostenible de los recursos más o menos que había antes. Esta configuración es insostenible porque, como la burbuja original reveló, no era consistente con las preferencias de consumidores-ahorristas-inversores.
Por qué no funcionará
Por consiguiente, tanto el diagnóstico como la cura propuesta de la macroeconomía convencional ignoran factores microeconómicos o estructurales muy importantes, incluyendo los siguientes:
1. La “irracionalidad” no está fundamentalmente en la respuesta del sistema al impulso financiero inicial, sino en primer lugar, en la expansión insostenible del mercado de la vivienda y otros mercados de capital. No son creíbles los planes para apuntalar el mercado inmobiliario como si su contracción es algo así como una desafortunada sobrereacción. Demasiados recursos fueron hacia el mercado inmobiliario debido a la política de bajos tipos de interés bajos orquestada por la Reserva Federal por mucho tiempo. A pesar de que los precios de la vivienda han caído recientemente en muchos mercados, necesitan caen incluso más. Debería permitirse que los mercados se equilibren.
2. El equilibrio en el mercado de la vivienda traería mayor transparencia al valor de las títulos respaldos por hipotecas. La falta de certeza sobre los precios de la vivienda y el resultante aumento de ejecuciones hipotecarias sólo logra agregar a los problemas circundantes, la iliquidez de estos títulos.
3. Las inyecciones de capital por parte del gobierno con el propósito de restablecer el status quo anterior ignoran los hechos: Fannie and Freddie se sobreexpandieron, la industria automotriz doméstica es destructora del escaso capital, algunas empresas financieras hicieron un pobre trabajo distribuyendo el riesgo, los bancos extendieron préstamos, bajo la presión del gobierno, a gente que no debería ser propietaria de viviendas, y mucho más. Los recursos fueron mal asignados.
La Confianza viene después de la Correción
Las recesiones no son simplemente crisis de confianza o de demanda insuficiente (debido a incrementos en la demanda de dinero para atesorar). También tienen aspectos – microeconómicos – relativos a la asignación. Sugiero que estas distorsiones sistemáticas tienen un rol importante en la creación del fenómeno agregado que estamos observando. Es un error tratar estas distorsiones y su cura como si fueran relativamente poco importantes. La confianza de los inversores de largo plazo y consumidores viende después de la corrección de las subyacentes distorsiones causativas y no es que la precede. De hecho, el esquema de políticas macroeconómicas dominante no deja lugar en absoluto a la corrección de las distorsiones porque su propósito básico es restablecer, apuntalar, y mantener la actual asignación de los recursos.
El programa macroeconómico de las administraciones de Bush y Obama, aprobados apresuradamente, no tendrán éxito en promover una recuperación sostenible en el tiempo porque ignora los fundamentos microeconómicos. La dirección del gasto y por lo tanto la asignación de recursos que genera es inestable – no es consistente con las preferencias de consumidores, ahorristas e inversores. Por consiguiente, una vez que el supuestamente temporario estímulo sea completado, las fuerzas correctivas que ahora están tratando de deshacer la anterior mala asignación de los recursos, volverán a relocalizar los recursos.
En un plazo más largo, la amenaza de una inflación significativa se incrementará. ¿Después de que el Tesoro de los EEUU haya destinado los billones adicionales de dólares a deuda nacional (al menos un billón de la respuesta de George W. Bush a la crisis y un mínimo de uno más de la respuesta de Obama) y la Reserva Federal haya completado de expandir su balance general (de este modo creando nuevo dinero) en algunos billones más, qué pasará? ¿El gobierno federal abolirá los programas de estímulo, subirá los impuestos para pagar los incrementos de la deuda nacional (o incluso para servir la deuda) y cortará los programas de ayuda social? Las comunidades beneficiadas que sean beneficiadas por el gasto del estímulo se resistirán. ¿La Reserva Federal empezará una política de contracción monetaria para absorber los excesos de dinero que creó en el nombre de la emergencia? Eso subiría los tipos de interés y el costo de servir a la gigantesca deuda nacional. Lo que es probable es que veamos un efectivo rechazo a buena parte de la deuda nacional a través de la inflación. La tentación de inflar para salir de este lío será más que irresistible. Las consecuencias económicas de la “cura” será peores que la enfermedad.
Fuente: http://www.thefreemanonline.org/uncategorized/a-microeconomists-protest/
[i] Mario Rizzo es profesor asociado de economía y co-director del Programa de Economía Austríaca en la Universidad de Nueva York.
[ii] Son bienvenidas las críticas y comentarios al trabajo de traducción. Por favor enviar los mismos a centroadamsmith@gmail.com (los comentarios en la página los dejamos para discutir el artículo)