Posts Tagged ‘Brad Delong’

La Teoría Austríaca: Una Vez Más – Una Réplica a Brad DeLong

agosto 3, 2009

Por Roger W. Garrison*

Roger Garrison

Roger Garrison

En su desdeñosa respuesta a mi reciente artículo en The Freeman (“Un Resumen Austríaco de la Macroeconomía Mainstream”, Mayo 2009), Brad DeLong proporciona ciertos cálculos que supuestamente van en contra de la teoría austríaca del ciclo económico como una base plausible para el entendimiento de la actual recesión. Argumenta que los estimados 2 billones de dólares en que se reducirá el valor del stock de viviendas, y la consecuente desaceleración en la construcción, implican que la tasa de desocupación durante la próxima década sólo debería aumentar en un 0,6%. Sobre la base de este cálculo, él declara que la teoría austríaca “no funciona” (El artículo de DeLong – The ‘Austrian’ Story in a Nutshell – aparece como la sección final de su escrito “The Financial Crisis of 2007-2009: Understanding Its Causes, Consequences and Its Possible Cures” ).

Los austríacos podrían del mismo modo ser desdeñosos para con la opinión de DeLong, pero vale la pena señalar que las diferencias entre DeLong y los austríacos no se resuelven haciendo cálculos, sino entendiendo la teoría. Evidentemente, DeLong ha sobreestimado y, al mismo tiempo, subestimado la importancia de la burbuja inmobiliaria en la visión de los austríacos sobre la recesión actual.

Primero, la sobreestimación: La teoría austríaca sostiene que la reducción artificial de la tasa de interés distorsiona el patrón temporal de las inversiones. Con nuevo dinero haciéndose pasar por un incremento del ahorro, los recursos son mal asignados hacia actividades sensibles a la tasa de interés, las cuales, en líneas generales, significan inversiones en las etapas tempranas de proyectos de inversión a largo plazo y en bienes de capital durable, incluyendo, por supuesto, el stock de viviendas. La descoordinación temporal, que es acompañada inicialmente por un incremento en el empleo y en el gasto, eventualmente necesita una re-coordinación. En pocas palabras, el crédito artificialmente barato da lugar a una expansión insostenible.

En este contexto, la “burbuja” inmobiliaria es vista como el aspecto más notorio de una “expansión artificial” mucho más generalizada. El rol preponderante que el sector inmobiliario ha jugado en este reciente episodio de auge – recesión es totalmente explicado por las mal diseñadas políticas de viviendas del gobierno, que comenzaron durante la época de la depresión pero que se volvieron particularmente perversas en los últimos años. Los cálculos aproximados que hace DeLong reflejan su foco excesivamente limitado en el aspecto más notorio de la expansión y su desatención hacia los aspectos menos llamativos pero más generalizados. Los austríacos se enfocan en el patrón temporal general de la inversión como punto de partida para su teoría del ciclo económico, pero reconociendo la singularidad histórica de cada episodio cíclico en particular.

Segundo, la subestimación: Implícitamente DeLong prevé que su título, “Austrian’ Theory of Recession” , se entienda como una plausible explicación cuantitativa de la profundidad y extensión de la recesión. Este significado está completamente en línea con la explicación mainstream en la que movimientos en la demanda agregada o cambios en la oferta de dinero se correlacionan tolerablemente bien con la tasa de desempleo durante la recesión y cuentan con los cálculos al estilo del de DeLong que suman verosimilitud. De acuerdo a la máxima metodológica tácita, la ‘causa’ debe ser aproximadamente equivalente en magnitud al ‘efecto’. Es precisamente la demostración de este tipo de equivalencias aproximadas lo que F. A. Hayek tenía en mente cuando adoptó la frase “La Pretensión del Conocimiento” como título de su discurso de aceptación del Premio Nobel. Algunas veces la causa y el efecto son de magnitudes similares (El Monte Vesubio y Pompeya me vienen a la mente); otras veces no (un fumador descuidado y un incendio en un bosque pueden servir como un caso opuesto).

Los austríacos pueden afirmar que la burbuja inmobiliaria no explica – y no se supone que así sea- , la duración y profundidad final de la recesión actual. (Y, como es indicado más abajo, incluso la considerada descoordinación temporal más extensa que es atribuible a la política del banco central sobre la tasa de interés no permite explicar en forma completa y directa la duración y profundidad de la crisis). Sin embargo, la descoordinación temporal – o más precisamente, las excesivamente favorables condiciones crediticias mantenidas por el banco central – puede ser identificada como la causa. DeLong escribe que “Garrison y los otros austríacos tienen un problema muy básico con sus matemáticas”. Pero con sus propios cálculos, DeLong sólo demuestra que la burbuja inmobiliaria no fue el Monte Vesubio. No obstante, implícitamente está sugiriendo que algo más fue – que debe existir otra causa candidata, cuya magnitud coincida con la severidad de la crisis.

Mi artículo no contenía ningún problema de cálculo; de hecho no contenía ningún cálculo – porque los austríacos reconocen que la relación entre causa y efecto no es una relación cuantitativa. Tanto el Monte Vesubio como el descuido del fumador cuentan como causas. Entonces también cuenta el crédito barato y la consecuente descoordinación temporal que precedieron el declive.

La teoría austríaca no es una teoría de la recesión per se; es una teoría del auge insostenible. Como tal, tiene una conexión mucho más fuerte con la microeconomía subyacente que muchas de las teorías mainstream actuales. Los austríacos se enfocan en líneas generales en los mercados de crédito y se preguntan qué sucede cuando el precio del crédito (es decir, la tasa de interés) se mantiene por debajo del nivel donde se vacía el mercado. Si las tasas de interés se mantuvieran demasiado bajas vía legislación (precios máximos a las tasas), seguiría inmediatamente una restricción crediticia. Esta proposición del tipo “si – entonces” es una analogía directa a la proposición de que el control de los alquileres genera una escasez de viviendas y que, en general, los precios máximos provocan que las cantidades demandadas excedan a las ofrecidas. Pero ¿Qué sucede si el Banco Central resuelve la escasez con nuevo dinero creado? ¿Podría esta forma de salvar la diferencia entre el crédito ofrecido y el demandado transformar la que sería una restricción crediticia en un crecimiento económico sostenido? Difícilmente. Simplemente introduce una demora entre el “si” y el “entonces”. En efecto, la restricción crediticia se transforma en un auge y luego en una recesión. La extensión de la mala asignación de recursos durante el auge tiene relación directa con un aspecto del declive. Las necesarias reasignaciones son aproximadamente proporcionales a las malas asignaciones previas. Es en este contexto que podemos decir, “cuanto mayor sea el auge, mayor es la recesión”. Pero tanto por razones teóricas como históricas, las recesiones pueden y usualmente hacen parecer pequeños a los auges previos.

Muchos de los datos macroeconómicos que son utilizados para seguir la pista de los episodios de auge-recesión reflejan una inherente asimetría en las desviaciones del pleno empleo. Por la misma naturaleza de las cosas, hay mucho más espacio para la existencia de niveles de empleo inferiores a los naturales que para los niveles superiores. En las economías de mercado, los recursos ociosos no son una restricción determinante, la escasez sí lo es. Al exponer su llamado “Modelo de los Estirones” , Milton Friedman señaló esta asimetría como una justificación para rechazar la idea de un ciclo de auge-recesión, para enfocarse, en cambio, en el empíricamente relevante ciclo de recesión-auge. De nuevo, los austríacos no se dejan llevar por la similitud cuantitativa. Por supuesto que la recuperación de un colapso tiene más o menos la misma dimensión vertical que el colapso mismo. Pero este hecho no invalida la proposición de que el colapso tiene una fuerte conexión teórica con el auge precedente.

Los austríacos son conscientes de la asimetría que enfatiza Friedman. Y hace tiempo que ellos son conscientes de la posibilidad – y hasta de la probabilidad- de que el declive pueda sufrir una fuerte retroalimentación positiva. El auge eventualmente termina y su sobre- natural nivel de empleo decae. Pero el pleno empleo no constituye el límite inferior de la contracción. La descoordinación necesariamente conlleva algo de desempleo. Más aún, la economía puede caer en una espiral profunda que la lleve a una recesión – con un ingreso en descenso afectando el gasto y un gasto en caída afectando a su vez el ingreso. Hayek escribió acerca de esta “contracción secundaria” mucho antes que Keynes publicara su Teoría General. Sin embargo, su foco fue la secundaridad de este complicado problema. No se refería a una secundaridad en términos cuantitativos; la espiral descendente del ingreso y el gasto bien podría ser- y en los primeros años de los 30’ sin lugar a dudas fue- mucho más devastadora que las penurias que estaban conectadas en forma más directa con la mala asignación de recursos. La espiral descendente fue secundaria en el orden causal de eventos. La acusación, acá, no debería ser que los austríacos ignoraron la espiral descendente de las magnitudes agregadas. No lo hicieron. La acusación más reveladora es que la espiral descendente es la totalidad de la historia para la visión de Keynes. Keynes no fue consciente de la naturaleza del declive inicial y su relación con el auge previo. Para él, todo se trataba de los “espíritus animales” en descenso.

Finalmente, como en episodios anteriores, la extensión y profundidad de la actual recesión no va a estar determinada simplemente por los notorios excesos del auge, o siquiera por las distorsiones generales inducidas a través del crédito. La actual extensión y profundidad no va a ser determinada en su totalidad siquiera por aquellas distorsiones magnificadas por la contracción secundaria, sino más bien por las contracciones inicial y secundaria agravadas por las políticas mal concebidas cuyo objetivo es restaurar la salud macroeconómica. Los mega programas de gasto, los niveles record de deuda resultantes y la amenaza de la inflación, junto a los salvatajes y las tomas de control parciales, van a generar más de lo cual recuperarse dificultando al mismo tiempo el adecuado proceso de recuperación.

* Publicado originalmente en la Revista Digital Orden Espontáneo Nº 1 Junio 2009. Los detalles de edición se encuentran en la misma.

Por Última Vez: La Teoría “Austriaca” de la Recesión no funciona

agosto 3, 2009

Por J. Bradford DeLong*

Brad DeLong

Brad DeLong

Suspiro.

Roger Garrison escribe:

“Un Resumen Austríaco de la Macroeconomía Mainstream / The Freeman/ Ideas sobre la Libertad: “Para los austríacos, la liquidación de las malas inversiones es esencial para la recuperación de la economía. Los recursos tienen que ser reasignados. Por lo tanto, cualquier programa de gasto gubernamental que esté dirigido a revitalizar el auge artificial inmobiliario o incluso para evitar la salida de recursos de dicha industria es contraproducente. Produce una inmovilización de los recursos mal asignados….”

Ummm…

Tenemos 2 billones de pérdidas en hipotecas: hay que disminuir el valor del stock de viviendas que se han construido durante los últimos siete años en 2 billones, y presumiblemente vamos a construir $200 mil millones menos en viviendas anualmente a lo largo de los próximos diez años en relación a lo que habríamos hecho, lo que significa reducir el empleo en la construcción por debajo de la tendencia en 2 millones de trabajadores por un largo tiempo. Si nos toma seis meses la búsqueda de trabajo y la recombinación de las empresas para encontrar nuevas combinaciones trabajo- empresa para cada uno de esos trabajadores, las consecuencias de este acto de sobre inversión deberían ser el incremento de la tasa de desempleo en un 0,6 % por un año.

Pero en estos momentos parece que esta recesión va a elevar el desempleo anual en promedio un 4% por 3 años, 20 veces el incremento que genera la sobre inversión y el desplazamiento sectorial que dice el relato Hayekiano.

Garrison y los otros austríacos tienen un problema muy básico con sus matemáticas. El relato que ellos señalan acerca de la sobre inversión en la construcción y los desplazamientos sectoriales es parte de la historia, pero sólo el 5% de ella.

“Hamlet sin El Príncipe de Dinamarca” se me viene a la mente.

* Publicado originalmente en la Revista Digital Orden Espontáneo Nº 1 Junio 2009. Los detalles de edición se encuentran en la misma.

Un Resumen Austríaco de la Macroeconomía Mainstream.

agosto 3, 2009

Por Roger W. Garrison*

Roger Garrison

Roger Garrison

De todas las pérdidas sufridas durante la presente recesión, una de las más notables (y bien merecida) es la pérdida de reputación de los libros de texto de macroeconomía de la actualidad. J. Bradford DeLong lo admite – incluso en su propio libro de texto- en una reciente conferencia sobre la corriente crisis financiera. Mientras que los eventos que se han desarrollado durante los últimos años han requerido algunos desarrollos teóricos por parte de los macroeconomistas mainstream que se salen de los esquemas preestablecidos, los economistas de la Escuela Austríaca pueden ofrecer una explicación directa y completa recurriendo a la teoría primero articulada por Ludwig von Mises y luego desarrollada por Friedrich A. von Hayek.

DeLong alegremente rechaza la explicación austríaca. En su conferencia pronunciada el 5 de enero en Singapur, “The Financial Crisis of 2008-2009: Understanding the Causes, Consequences – and Possible Cures,” fabrica un “eje Marx-Hoover-Hayek” (completado con fotos contiguas de este insólito trío) y luego ofrece una breve y mal informada crítica bajo el titular “El Relato “Austríaco” en pocas palabras” .

Una versión resumida fiel a Hayek de la teoría austríaca no es difícil de hacer. El Banco Central es fundamental para nuestro entendimiento de la presente crisis. La Reserva Federal bajo el liderazgo de Alan Greenspan mantuvo los tipos de interés demasiado bajos durante el 2003 y 2004 y luego los aumentó considerablemente. Las inversiones que requieren tiempo que fueron iniciadas mientras el crédito barato las hacía artificialmente atractivas luego se hicieron costosamente prohibitivas de llevar a término. Macroeconómicamente, esta secuencia se traduce como un auge artificial y recesión de estilo austríaco. El fondo contra el cual el relato fue desarrollado fue una secuencia de políticas de vivienda de larga data, cuyo dudoso objetivo era incrementar la cantidad de propietarios de viviendas más allá de lo que permitirían los mercados hipotecarios. El efecto real de estas diferentes políticas fue insensibilizar tanto a prestamistas como a prestatarios del riesgo de impago, causando que los mercados hipotecarios y por lo tanto los mercados inmobiliarios cumplan roles centrales en este particular episodio de auge artificial y recesión.

La teoría austríaca no podría estar hecha más a la medida para entender la presente situación. Tratando con las desafortunadas consecuencias del crédito artificialmente barato, un pasaje memorable de Mises en La Acción Humana (3era ed., 1966, p 560) alude a un mercado inmobiliario sobre expandido:

“Toda la clase empresarial está, por así decirlo, en la posición de un maestro de obras cuya tarea es levantar un edificio con unas existencias limitadas de materiales para la construcción. Si este hombre sobreestima la cantidad disponible de existencias, diseña un plan… ( que no puede ser completamente ejecutado porque) los medios a su disposición no son suficientes. Él sobredimensiona el trabajo preliminar y los cimientos y sólo descubre más tarde en el curso de la construcción que le falta material necesario para la finalización de la estructura”.

Los frustrados planes en la parábola de Mises representan el punto de inflexión superior del ciclo económico. El subsiguiente agravamiento del bajón económico en la forma de una espiral descendente hacia una recesión profunda no debería distraernos la atención de los problemas subyacentes de la mala asignación de los recursos inducida por el crédito. La solución debe conllevar, en primer lugar, una reasignación de esos recursos mal asignados.

Si la creación de crédito por parte del Banco Central fue la causa del problema, es dudoso que aún más creación de crédito sea la solución. Asimismo, si las actividades de inversión fueron sobre estimuladas por el crédito barato, es dudoso que un paquete de estímulos apresuren la recuperación. ¿Por qué, entonces, no hay un reconocimiento general de la inverosimilitud de estas soluciones de libro de texto? ¿Y por qué los macroeconomistas mainstream no ven la aplicación directa de la teoría austríaca y lo apropiado de una solución de mercado a la crisis?

Votos Ahora, Recesión Luego

Para el economista convertido en hacedor de políticas, la respuesta es simple. Las políticas basadas en el pensamiento mainstream – crédito barato y paquetes de estímulo – son políticamente atractivas, una circunstancia que hace a cualquier otra teoría, particularmente si se aplica al largo plazo, totalmente irrelevante. Los intentos para reavivar el auge artificial también satisfacen el criterio “haz algo” para lo políticamente viable. En el largo plazo un auge artificial te llevará a una recesión; pero en el corto plazo, un auge artificial te conseguirá votos. No hay duda, muchos funcionarios electos ignoran la primera parte de esta distinción largo plazo / corto plazo. Y virtualmente todos aquellos que no la ignoran, valoran más a la segunda parte que a la primera.

Para los macroeconomistas académicos, especialmente aquellos formados y empleados por prestigiosas universidades, necesitamos una respuesta en dos partes para nuestra pregunta. Para la Parte 1 debemos reconocer que los economistas que fueron formados en Harvard o MIT y ocupan un puesto en las facultades de Berkeley o Princeton tienen problemas para comprender la teoría austríaca. Ellos aprendieron su (corto plazo) macroeconomía y su (largo plazo) teoría del crecimiento en dos diferentes conjuntos de cursos. La teoría del capital que une estas dos áreas temáticas en la literatura austríaca fue eficazmente quitada de ambos cursos. En la macro mainstream, donde se tratan los ciclos económicos, se asume que el capital es fijo. En la teoría del crecimiento mainstream, donde los movimientos cíclicos son dejados de lado, se permite que el capital crezca o se achique, pero este entra en la teoría como un stock de capital concebido holísticamente.

Por el contrario, la inherente dimensión temporal en la estructura del capital de la economía hace a la teoría del capital un denominador común natural para la macroeconomía y la teoría del crecimiento austríaca. El capital es una secuencia de etapas de producción; su estructura temporal es una variable clave en la macroeconomía. Los tipos de interés que reflejan la preferencia de la gente entre consumir ahora y consumir más tarde guían la creación de capital y permiten el crecimiento sustentable. Casi como un corolario, los tipos de interés que son distorsionados por las políticas del Banco Central llevan la creación de capital a una dirección equivocada y dan lugar a un crecimiento insostenible. La inevitable recesión (en el reciente y anteriores episodios) es una dramática manifestación del ritmo insostenible de crecimiento.

Para los macroeconomistas mainstream, la mezcla de ciclos, crecimiento, y la asignación temporal de recursos hace que la teoría austríaca aparezca como una mezcolanza desorientadora. Los economistas mainstream no entienden; ellos están sencillamente desorientados. A lo sumo, tratarán de encajar pedazo por pedazo las diversas proposiciones enunciadas por los austríacos dentro de otro esquema teórico mainstream. Las distorsiones de la estructura del capital son traducidas como cambios injustificados en el tamaño del stock de capital; la verosimilitud de que los empresarios sean conducidos erróneamente por el crédito barato es juzgada a la luz de supuestas “expectativas racionales”. El desempleo de trabajo durante el período de reestructuración del capital es cuestionado basándose en la hipótesis de los mercados eficientes. Individualmente, los piezas no encajan, y por lo tanto colectivamente las proposiciones austríacas son rechazadas de forma general (Note que la teoría austríaca es mejor recibida por los analistas de Wall Street entrenados en finanzas y familiarizados con la economía real que por los académicos macroeconomistas).

La Parte II de la respuesta a “¿Por qué los economistas del mainstream no ven la relevancia de la teoría austríaca?” en realidad trata sobre la siguiente pregunta. “¿Por qué al menos no hacen el esfuerzo de aprender lo que dice la teoría austríaca?”. Después de todo, los economistas que estudian y enseñan en las universidades más prestigiosas son personas inteligentes que podrían aprender la teoría austríaca. Una breve reflexión sugiere que mientras que seguramente tienen la habilidad, a ellos les falta la motivación. Para un miembro avezado (o incluso para un miembro reciente) de la facultad de Berkeley o Princeton, estudiar la economía austríaca simplemente no es una actividad que eleve la carrera.

Las teorías que sí conocen, las cuales incluyen Neo Keynesianos, Nuevos Clásicos, y la Teoría del Ciclo Económico Real, fallan en incorporar a la teoría del capital de alguna forma significativa. Y a pesar de ser anunciados como “nuevo” y “real”, ninguna de estas teorías tiene más que una débil conexión con la presente realidad económica. Incluso más, estas teorías mainstream ahora han empezado a fusionarse en construcciones irreales técnicamente complejas llamadas modelos de Equilibrio General Dinámico Estocástico (Dynamic Stochastic General Equilibrium (DSGE) models). Para los macroeconomistas mainstream, los modelos DSGE son la ola del futuro. Ellos son los vehículos para publicaciones y ascenso profesional. (Googlear “Dynamic Stochastic General Equilibrium” produce más de 80.000 resultados.) Por lo tanto, cualquier atención a la vieja teoría austríaca, sólo puede desviar sus carreras hacia una dirección poco provechosa.

Cuando se les pide a los economistas mainstream que hagan una declaración pública sobre la economía actual o que hagan una recomendación de política, ellos encuentran a sus modelos DSGE completamente inservibles. Y entonces simplemente recurren a la versión más simple y de nivel de principiantes de estos complejos y formales modelos – la cual, no sorprendentemente, es la vieja teoría keynesiana. Sus posiciones políticas están basadas en las construcciones de viejos (en décadas) libros de texto en los cuales el ingreso y el gasto son estudiados en un flujo circular dispuesto en espiral – en el cual contrarrestar una espiral descendente requiere un paquete de estímulo financiado por un déficit.

La Teoría Austríaca en una Camisa de Fuerza Mainstream

La breve sección final de la conferencia de DeLong en Singapur, su resumida interpretación del “Relato Austríaco”, presenta un caso de estudio particularmente importante de la perspectiva mainstream acerca de la teoría austríaca. Durante varios meses anteriores a su conferencia de enero, DeLong había tenido múltiples encuentros con la teoría austríaca aplicada a la presente crisis financiera. La 26ta Conferencia Monetaria Anual del Cato Institute (llevada a cabo en noviembre del 2008) fue titulada “Lecciones de la Crisis Subprime”. Entre la docena de artículos presentados en esa conferencia, la Escuela Austríaca estuvo bien representada. A pesar de que de DeLong no participó como conferencista, reaccionó el 8 de diciembre a una versión online del artículo de la conferencia de Lawrence White, “What Really Happened” con una crítica titulada, “Liquidity, Default, Risk” . White respondió el 10 de diciembre con una penetrante defensa de la teoría austríaca. Este intercambio de ideas luego siguió con incluso más contribuciones a “La Conversación” surgida a raíz del artículo de White e incluyó 4 comentarios adicionales de White. (El intercambio entre DeLong-White está disponible en http://www.catounbound.org, y todos los artículos de las conferencias aparecen en el número de invierno del Cato Journal).

¿Entonces qué efecto tuvo esta virtual inmersión en la teoría austríaca en el entendimiento de DeLong? La respuesta: muy poco o ninguno. A pesar de que su “resumen” de enero es simplemente demasiado chico como para contener siquiera alguna comprensión, sí contiene evidencia de las continuas confusiones fundamentales, típicas de las críticas mainstream.

La explicación de DeLong de la visión austríaca hace referencia sólo al “stock de capital de la economía” – esa expresión de la macroeconomía mainstream que trata al capital holísticamente. Intencionado o no, DeLong ha distorsionado la teoría austríaca por hacerla encajar forzadamente dentro del esquema macroeconómico mainstream. Y en la interpretación de DeLong de la visión austríaca, vemos que la “sobre inversión” que caracteriza al auge artificial implica que “el stock de capital de la economía necesita contraerse”. Un diagrama de dos paneles que muestra el “auge artificial” y el “crac” es usado para describir la secuencia de sobre inversión y contracción. La demanda de activos riesgosos primero rota hacia arriba produciendo el auge artificial y luego rota de vuelta hacia abajo precipitando el crac. Los austríacos afirmarían, en cambio, que la mala inversión (término de Mises) que caracteriza al auge artificial implica la necesidad de una reestructuración del capital. En otras palabras, la asignación de recursos dentro de la estructura del capital tiene que alinearse con los tipos de interés post-auge artificial. Esta reestructuración lleva cierto tiempo y es mejor lograda, en la visión austríaca, por el mercado mismo.

De la Dimensión Temporal a la Dimensión Moral

Haciendo la vista gorda a las nociones de mala inversión y reestructuración del capital, DeLong rápidamente cambia de terreno desde la economía hacia la ideología y de F. A. Hayek hacia Herbert Hoover. (Tomaremos la inclusión que DeLong hace de Marx en esta discusión como una parodia). DeLong toma la recomendación austríaca de una solución de mercado (reestructuración del capital) en lugar de una solución gubernamental (reavivar el auge artificial) como una justificación para denigrar a los austríacos como “liquidacionistas”, una etiqueta popularizada por el mismo DeLong en anteriores artículos y asociado en su propia mente con Hayek y el secretario del Tesoro de Hoover, Andrew Mellon. Las específicas recomendaciones que supuestamente ofreció Mellon para abordar el crac de 1929 y sus consecuencias son, por sí mismas, casi suficientes como para cuestionar esta asociación:

“Liquiden la mano de obra, liquiden las acciones, liquiden los granjeros, liquiden los inmuebles. Esto purgará lo podrido del sistema. Los altos costos de la vida y la vida lujosa caerán. La gente trabajará más duro, llevará una vida más moral. Los valores se ajustarán, y las personas emprendedoras reflotarán los fracasos de las menos competentes”.

El uso extensivo por parte de DeLong del término “liquidacionismo” fue considerablemente criticado por White en un artículo del 2008 titulado, “Did Hayek and Robbins Deepen the Great Depresión?” (Journal of Money, Credit and Banking, número de Junio). Cuando sostiene la ausencia de una conexión Hayek-Hoover, White es convincente en dos puntos clave. Primero, pura cronología excluye la posibilidad de que Hayek haya tenido una oportuna influencia sobre Mellon y/o Hoover. La primera exposición de Hayek en inglés sobre la teoría austríaca no fue publicada hasta 1931. Además, una base mucho más obvia para el pensamiento de Mellon era la falaz Doctrina Real Bills , la cual fue incorporada en la legislación que creó el Sistema de la Reserva Federal. Segundo, no hay evidencia de que el pasaje citado arriba pueda realmente ser atribuido a Mellon. Proviene de Las Memorias de Hoover (1952) y se lee como una interpretación caricaturizada de las opiniones de Mellon – una interpretación que prepara el terreno para el rechazo de Hoover de estas ideas.

Para los austríacos, la liquidación de las malas inversiones es esencial para la recuperación de la economía. Los recursos tienen que ser reasignados. Por lo tanto, cualquier programa de gasto gubernamental que esté dirigido a revitalizar el auge artificial inmobiliario o incluso para evitar la salida de recursos de dicha industria es contraproducente. Produce una inmovilización de los recursos mal asignados. Asimismo, restaurar la salud macroeconómica requiere la liquidación de muchas otras inversiones de largo plazo (o de las primeras etapas) cuyas rentabilidades dependían de costos de endeudamiento artificialmente bajos.

La necesitada liquidación no implica que “un pánico no sería totalmente algo malo”, una opinión que DeLong también atribuye – vía Hoover- a Mellon. Lo que Mellon (o Hoover) llamaban un pánico, Hayek lo llamaba una “contracción secundaria”, queriendo decir una espiral descendente auto-reforzante de la actividad económica que causa que la recesión sea más profunda y/o que dure más de lo que está implícito por la necesitada liquidación de las malas inversiones. En efecto, Hayek sostenía que la política “ideal” sería aquella que permitiera que la necesaria liquidación procediera a una velocidad de mercado mientras la autoridad monetaria evita la contracción secundaria (el pánico) mediante el mantenimiento de un flujo constante de gasto. En términos de la ecuación de cambio (o cuantitativa) (MV=PQ), Hayek sostenía que la política ideal era mantener MV – y por lo tanto PQ- constante mediante el aumento de la oferta monetaria (M) sólo lo suficiente como para compensar las caídas en la velocidad de circulación del dinero (V). Hayek usaba la palabra “ideal” en reconocimiento de que la autoridad monetaria puede carecer tanto de la capacidad técnica y de la voluntad política para implementar dicha medida. (Carecería de la capacidad técnica porque no tendría forma de conseguir información oportuna sobre los cambios en la velocidad de circulación del dinero; y también carecería de la voluntad política porque sacar dinero de la economía cuando eventualmente la velocidad comience a aumentar es algo políticamente impopular para hacer.) Pero en cualquier caso, Hayek y los austríacos generalmente consideraron la deflación secundaria como “totalmente algo malo”. (En los últimos escritos de Hayek, él estuvo a favor de un sistema monetario descentralizado – en el cual las fuerzas del mercado, en lugar de un banco central perfectamente manejado, gobernarían los cambios en la oferta monetaria.)

Mellon es acusado (por DeLong y muchos otros) de tener una “objeción moral” hacia evitar incluso la contracción secundaria. Esta dimensión moral al supuesto liquidacionismo de Mellon tiende a ser imputado de igual forma a la visión austríaca. DeLong cita a Martin Wolf (Financial Times, 23 Dic. 2008) extensamente sobre este punto. Wolf insistía (haciendo una reverencia a Keynes) que “debemos abordar un sistema económico no como una moralidad sino como un desafío técnico”.

Vale la pena hacer notar aquí que la caracterización del relato austríaco como una moralidad no es original de Wolf – y ciertamente tampoco de DeLong. Lo más probable es que este particular menosprecio provenga de Paul Krugman, cuyo entendimiento de la teoría austríaca rivaliza con el de DeLong. La introducción escrita por Krugman a la edición del 2006 de La Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero de John Maynard Keynes contiene el siguiente pasaje:

“La limitación de Keynes de la pregunta (sobre una economía en depresión) fue poderosamente liberadora. En lugar de atascarse en el intento de explicar la dinámica del ciclo económico – una materia que sigue en discusión por estos días- Keynes se enfocó en una pregunta que podía ser contestada. Y esa era además la pregunta que la mayoría necesitaba una respuesta: dado que la demanda agregada está deprimida (no importa la razón), ¿Cómo podemos crear mayor empleo? Un aspecto beneficioso de esta simplificación fue que liberó a Keynes y al resto de nosotros de la seductiva pero seguramente falsa noción del ciclo económico como si fuera una moralidad, de una depresión económica como un necesario purgativo después de los excesos del boom. Mediante el análisis de cómo la economía se mantiene en depresión, en lugar de intentar explicar cómo llegó a la depresión en primer lugar, Keynes ayudó a enterrar la noción de que hay algo redentor en el sufrimiento económico.”

El relato austríaco no es una moralidad. Es una pieza de análisis económico. Ni es simplemente una variante de un tema que puede ser entendido en términos del marco analítico de la macroeconomía mainstream. En lugar de eso, Mises y Hayek ofrecieron un esquema macroeconómico más abarcador, uno que ilumina los mecanismos del mercado que asignan los recursos entre las etapas de la producción definidas temporalmente y señala la mala asignación intertemporal de esos recursos por equivocadas o políticamente motivadas políticas del banco central.

Es importante ver que todo el enfoque de la macroeconomía mainstream, y ciertamente el enfoque de DeLong, es fundamentalmente diferente del enfoque de los economistas austríacos. La diferencia, complemente reconocida por White en su respuesta a DeLong es capturada en la introducción de Krugman a La Teoría General de Keynes. Keynes sugirió remedios para la depresión en curso sin preocuparse sobre cómo la economía llegó a estar en depresión en primer lugar. A lo largo de la conferencia en Singapur, DeLong, siguiendo a Keynes, argumenta como si fuera simplemente que en la naturaleza del capitalismo existen olas de especulación seguidas por una búsqueda colectiva de liquidez – por más liquidez de la que puede ser fácilmente suministrada en una economía moderna capital intensiva. El banco central llega a escena sólo para contrarrestar el giro destructor de riqueza de la economía.

Hayek se enfocó en la dinámica del auge artificial anterior, pensando que la pregunta acerca de cómo la economía llegó a estar en depresión era la pregunta más interesante y desafiante, y creyendo que una respuesta satisfactoria a esa pregunta era un prerrequisito estricto para comprender cómo (y cómo no) abordar una economía en depresión.

Una Perspectiva Austríaca sobre el Sufrimiento

No hay nada “redentor acerca del sufrimiento económico”. Krugman, Wolf y DeLong están en lo cierto acerca de eso. Tampoco hay nada redentor acerca del sufrimiento de la Escuela Austríaca debido a críticas mal informadas. Pero las ideas austríacas continuarán sufriendo mientras la macro mainstream continúe desarrollándose siguiendo su presente camino. Y el sufrimiento de la economía continuará – y se intensificará- mientras lo hacedores de políticas siguiendo sus instintos políticos y disfrutando el respaldo de economistas mainstream, opten por paquetes de estímulos cada vez más grandes para ser financiados por una deuda que crece aceleradamente.

* Publicado originalmente en la Revista Digital Orden Espontáneo Nº 1 Junio 2009. Los detalles de edición se encuentran en la misma.